La banca española ha vuelto a su naturaleza, los beneficios. Ha dejado los números rojos y, ahí sí, han surgido los brotes verdes. En concreto las ganancias del 2013 suman 7.274 millones de euros, frente a unas pérdidas de 2.825 millones del ejercicio anterior, tras un año en el que tuvo que hacer frente al rescate de las cajas de ahorro que no solo le ha costado dinero al sector, sino la reputación. Tras una de las etapa más duras del sistema financiero español, Miguel Martín presentó ayer el balance anual del sector y cerró con un suspiro de alivio su mandato de ocho años al frente de la patronal Asociación Española de la Banca (AEB).

"Es difícil tener buena imagen con la economía en recesión y cuando ha caído el 30% de los colegas", reconoció Martín, un hombre que conoce el valor de la opinión pública y que le ha recomendado a su sucesor que sobre todo se lleve bien con los medios. Se trata de recuperar el buen nombre que los gestores de las preferentes, los desahucios y las cláusulas suelo han dejado a los pies de los caballos.

Hasta el último minuto Martín se ha empleado a fondo en diferenciar entre la banca "sana" y la "rescatada". El "no todos somos iguales" que ha subrayado hasta quedar, según dijo, "exhausto" en los últimos años, lo respaldó con el dato de cómo los bancos han contribuido a pagar los destrozos de las entidades en crisis, las cajas de ahorro. "Un tercio del sistema estaba necesitado de reformas", aseguró. En este sentido, las entidades buenas han aportado a través del fondo de garantía de depósitos (FGD) 16.117 millones de euros al rescate de las malas, el 30,4% del total. No recordó, sin embargo, que algunos bancos se han quedado a precio de saldo con algunas cajas.

Precisamente, las menores necesidades de provisiones tras el saneamiento del último año es una de las razones por las que los bancos han salido de la crisis. El año pasado se destinaron a estas dotaciones 23.323 millones de euros, el 40,6% menos que en el 2012. Hay otras consecuencias del desapalancamiento, según el balance anual de la AEB. En concreto, una disminución del margen de intereses en un 11,6% y una reducción del crédito de la clientela del 9,5%, en torno a los 77.516 millones de euros. "Es lo que nos piden las autoridades monetarias europeas", se justificó Martín.

A los 70 años, Martín dio el testigo de AEB a José María Roldán, de 50 años, el más joven de los que ha ocupado este puesto, que tuvo un respaldo unánime de la asociación. Avalado por las cinco grandes entidades, Roldán ha realizado una meteórica carrera que inició en el servicio de estudios del Banco de España. Su nombre no fue bien visto por Luis de Guindos, ministro de Economía, que consideraba inadecuado poner al frente de la banca a quien ha tenido responsabilidades en el saneamiento como director general de supervisión del banco. Nacido en Teruel, Roldán es cuñado de Manuel Pizarro, expresidente de Endesa y de la Bolsa de Madrid y fue consejero de la CNMV cuando la intervención de Gescartera, a la que se opuso.