La decisión estratégica de Barclays de abandonar su negocio en España, el pasado mes de mayo, causó una alarma especial en Aragón, donde el banco británico cuenta con una plantilla de casi 700 personas --el 25% de sus empleados a nivel nacional--, repartidas en 17 oficinas en las tres provincias (200) y el centro de servicios en la plataforma logística Plaza (500), a través de su filial Iberalbión. Aunque su plan no contemplaba medidas drásticas inmediatas, sí planteaba un fuerte recorte de su actividad en un plazo de tres años, lo que podría haberse traducido en la pérdida de 600 puestos de trabajo en la comunidad. Ahora, este futuro incierto depende de su nuevo propietario, CaixaBank, que en Aragón dispone de 84 sucursales y una presencia creciente.

Los cambios en el sector financiero aragonés han sido evidentes en los últimos años por la crisis. El más significativo ha sido la desaparición de una entidad tradicional como CAI, que ha acabado absorbida por Ibercaja, una operación con la que esta última refuerza su liderazgo regional. Entre los grupos de fuera, precisamente Caixabank juega un papel destacado en el repunte de la competencia, impulsada por su colchón de liquidez, una posición que desde ayer adquiere un mayor protagonismo. La apertura del centro cultural CaixaForum de Zaragoza, con una inversión de 20 millones, y su obra social en la región (9 millones al año) refuerzan su estrategia de expansión local.

RECORTE DRÁSTICO

Barclays había llegado a tener 500 sucursales en España tras comprar el Banco Zaragozano a finales del 2003, y era el banco extranjero con más presencia en este mercado. El pasado mayo, Barclays anunció un drástico recorte de la actividad en banca de inversión a nivel internacional y el abandono del negocio de banca minorista en Europa continental. El grupo anunció su previsión de prescindir de 14.000 empleos durante este año. Como consecuencia de ello, Barclays comunicó que dejaba España, su principal mercado de banca minorista fuera de Reino Unido. Barclays ya había realizado el año pasado una reestructuración que redujo su número de sucursales españolas en más de cien y su plantilla en más de mil personas.

La venta de Barclays es la última pieza que quedaba por mover en el mapa de la reestructuración financiera española. Las últimas operaciones han sido la venta de la antigua Caixa Catalunya y la subasta de Nova Galicia Banco, al banco venezonalo Banesco. CaixaBank pujó fuerte por la entidad gallega, pero finalmente el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) eligió a un banco extranjero.