La crisis ha dejado tocada la imagen del Banco de España. Su gestión en los últimos 17 años ha recibido ataques por parte, entre otros, de partidos políticos, sindicatos, entidades financieras y sus propios inspectores. Su respuesta ha sido tradicionalmente defensiva, pero el gobernador, Luis María Linde, abrió la puerta en febrero a un cambio de actitud al admitir que la institución ha podido cometer «errores» y anunciar la elaboración de un informe para explicar su «actuación». La publicación ayer del documento, sin embargo, defraudó las expectativas de que hiciera por fin autocrítica.

Sus 257 páginas, coordinadas por el consejero Fernando Eguidazu (alto cargo del anterior Gobierno de Rajoy), se ciñen a un «enfoque descriptivo». Fuentes del organismo trataron de justificarlo: «Naturalmente se podrían haber hecho más cosas a nivel del Banco de España, del Gobierno, de Europa,... A toro pasado todos sabemos qué se hizo bien y mal. Se puede decir que el Banco de España pudo hacer más, no que no hizo nada. Pero no es un informe sobre su gestión, sino sobre la crisis. Hay una comisión de investigación en el Congreso, serán ellos los que valoren quién lo hizo bien y mal».

CRÍTICA Y DEFENSA / Con todo, el documento incluye algunas críticas a los distintos Ejecutivos del periodo 2008-2014, lamenta la falta de instrumentos legales con que tuvo que lidiar el Banco de España y defiende que, pese a ello, tomó básicamente todas las medidas a su alcance. Curiosamente, es mucho más tibio de lo que fue Linde en febrero: «No tengo ninguna razón para pensar que el Banco de España no actuase en función del interés general y respetando la normativa vigente en cada momento. Pero esto no quiere decir, naturalmente, que acertase siempre».

El informe, por contra, elude esos errores. El Banco de España, sostiene, identificó los problemas que acumulaba la economía antes de la crisis y lanzó «advertencias». Es cierto, reconoce, que previa una «desaceleración progresiva» que no se produjo. Pero, alega, las previsiones de organismos como el FMI, la Comisión Europea y la OCDE tampoco acertaron ni en la recesión del 2008 ni en la segunda del 2011.

Sí critica, en cambio, que la política económica del periodo 2000-2007 (Gobiernos de Aznar y Zapatero) fue «claramente insuficiente», que las reformas también resultaron «insuficientes» y que la política presupuestaria no fue «lo suficientemente contracíclica».

Frente a ello, argumenta, el Banco de España, «en el marco de sus competencias», tomó medidas como las provisiones anticíclicas (26.000 millones de euros, de los que 7.000 millones redujeron la necesidad de ayudas públicas) y la prohibición de tener vehículos estructurados fuera de balance (que evitó el contagio de las subprime). También afirma que lanzó «recomendaciones y reflexiones» a la banca sobre los riesgos que asumía.

ATISBO DE MEA CULPA / «Puede plantearse la pregunta de si se podría haber actuado de forma más enérgica», admite en un atisbo de autocrítica. Pero puntualiza que la regulación mundial dificultaba medidas más rotundas y que la situación de los bancos y de la economía «sustentaron la opinión» de que las entidades «podrían hace frente» a sus problemas. Así, justifica que las normas internacionales de contabilidad y solvencia (NIC y Basilea II) complicaron su actividad supervisora, como también los «intereses políticos» que rodeaban a las cajas. Las comunidades, recuerda, perseguían «ejercer un control» sobre ellas. El cambio de su estructura aprobada por los Gobiernos durante la crisis, añade, fue «tardío e insuficiente».