El Popular acelerará la venta de activos inmobiliarios tóxicos y empezará a deshacerse de unidades no estratégicas con el objetivo de reforzar su maltrecha solvencia para poder así recuperar la confianza del mercado y ampliar capital por cuarta vez durante la crisis, tras haber captado ya unos 5.400 millones. Pero si por el camino surge una oferta de otra entidad que ofrece un buen precio, aceptará la fusión por absorción. Así lo anunció ayer Emilio Saracho, presidente del grupo desde hace 50 días, ante la junta de accionistas en su contundente primera intervención pública tras ocupar el cargo: «No tenemos demasiado tiempo».

«Merece la pena luchar por el Popular, definitivamente sí. Pero, y siempre existe un pero, la recuperación del banco solo es posible si hacemos frente sin más dilación a las dificultades que atraviesa. Tenemos que actuar rápida y decisivamente para identificar e inmediatamente atacar esas dificultades de una vez por todas, sin excusas ni sentimentalismos. Necesitaré tiempo, pero no mucho», defendió el exvicepresidente de JP Morgan. El mensaje pareció afear la estrategia de su antecesor, Ángel Ron, a quien sustituyó después de que parte del consejo y los accionistas forzase su cese.

Saracho se quejó de que el banco recibe una «presión significativa» y que la prensa le presta una «atención inusitada, y no siempre equilibrada». Con todo, admitió que tiene un nivel de capital «suficiente pero ajustado» y «corto», es decir, con poco margen sobre las «elevadas exigencias» del Banco Central Europeo. Una «mayor flexibilidad» del supervisor, insinuó, le daría la posibilidad de tomar medidas adicionales, pero es difícil que suceda: «No fiamos nuestro futuro a ello».

De ahí, apuntó, que el banco se vaya a centrar en España y el negocio de las pymes y banca personal, lo que implica la venta «sin dilación» de unidades como las de Estados Unidos o de participadas como WiZink. También explica que vaya a acelerar la venta de activos inmobiliarios (casi 36.000 millones de euros), pero enterrando el banco malo que planeó Ron: «No creo en la generación de capital a través de estructuras complicadas». Ello, sumado a «transparencia y consistencia en la gestión y en la información» (otro dardo a su antecesor), debería servir para generar la «alta confianza» necesaria para captar recursos en el mercado.

ABOCADOS A AMPLIAR / «Parece que el diagnóstico general es unánime: estamos abocados a aumentar capital para continuar hacia adelante», admitió. Eso sí, aseguró que su «preferencia» no es reforzar la solvencia solo para cumplir los requisitos legales, sino hacerlo en un volumen superior para ejecutar su estrategia y competir en el mercado en igualdad de condiciones que el resto de bancos. O lo que es lo mismo, una nueva macroampliación para seguir en solitario.

El ejecutivo fue algo contradictorio. Por un lado, afirmó que no se puede «imaginar la desaparición de Popular». Pero al mismo tiempo, admitió que la «independencia es un valor hasta que es un carga». «Valoraremos en su momento las alternativas creíbles que nos planteen y tomaremos la decisión que más valor genere para el banco, sus clientes, sus accionistas y sus empleados», subrayó.