La economía colaborativa está de moda. Y lo va a seguir estando durante mucho tiempo, a tenor del éxito mundial de proyectos como Airbnb o Uber. Es por ello que muchos emprendedores no solo están encontrando en este sector una oportunidad para lanzar proyectos de éxito, sino que algunas de estas ideas se proponen dar la vuelta casi por completo a la economía tal y como la conocemos ahora. Es el caso de Cronnection (www.cronnection.com), una red de intercambio de tiempo y objetos entre personas con sello made in Barcelona.

"Los bancos de tiempo --sistema de intercambio de servicios por tiempo, en vez de dinero-- siempre me han parecido muy interesantes. Hace cuatro años me planteé si existía un Google de bancos de tiempo, pero no había nada similar. Así que me decidí a emprender y crearlo", explica Santi Gómez, consejero delegado de Cronnection. La idea fue crear una página web donde el usuario "pueda encontrar el servicio que necesita, pero que no tuviese que devolverlo con su tiempo al mismo usuario, sino que pueda administrarlo". Es decir: logra un servicio, y él lo paga con otro servicio, pero no tiene por qué ser a la misma persona.

Cronnection es, pues, una red social donde los usuarios pueden ofrecer sus habilidades: clases de idiomas, pintar la casa, pasear a las mascotas... De esta manera, otro usuario que precise de su servicio podrá ponerse en contacto con él. Tras materializarse, esa hora podrá ser utilizada por el primero para cualquier otra actividad que necesite y que ofrezca otra persona de la comunidad. Y así sucesivamente. "Que una persona no tenga trabajo no significa que no sea útil. Puede invertir su tiempo y recibir otras cosas a cambio", destaca.

Competencia

Pero Cronnection no se limita a los servicios, sino que también es una red de intercambio de objetos: cuando un usuario quiere desprenderse de un artículo, su valor se transforma en puntos, de tal manera que con ellos se pueden comprar otros objetos. "Cualquier usuario nuevo recibe 30 puntos y dos horas de regalo para que pueda interactuar", agrega Gómez.

Este emprendedor cree que la gran competencia de Cronnection no son otras webs que puedan surgir, sino el propio dinero. "Somos una alternativa al dinero. El dinero es, ha sido y será muy útil, pero creemos que la dependencia total del dinero es nociva", señala. Por ello, hay que poner en valor las habilidades de los ciudadanos, crear comunidad, intercambiar experiencias. "No sustituiremos al capitalismo, pero un porcentaje de la economía podría basarse en esta nueva forma de hacer las cosas, más gratificante", añade.

Gómez tenía claro que un proyecto así solo se podía hacer si se hacía bien desde el principio. Investigó, preparó el plan de negocio, y creó un buen equipo para llevarlo a cabo. Pero en el momento de encontrar financiación, vio que en España le pedían el producto hecho desde el principio. Por ello decidió tirar de contactos y logró que un inversor privado de Miami (EEUU) invirtiera en la empresa un total de 360.000 euros. Gómez y su equipo se mudaron a Miami todo un año para crear Cronnection, que lanzaron al mercado en diciembre de 2014.

Más entrada de capital

De vuelta a Barcelona, con el producto ya en marcha y una base de usuarios de más de 21.000 personas, han cerrado otra entrada de capital de 40.000 euros y ya buscan una serie A (más de un millón de euros de inversión) y una operación de cambio de capital por acciones, en la que participará el Grupo Zeta. "Se trata de un proyecto a largo plazo que tiene mucho potencial. La clave es que la lanzamos en España porque es nuestro mercado natural, pero que se puede utilizar desde cualquier punto del mundo", relata.

Además de potenciar el actual mercado de artículos de segunda mano y de servicios/habilidades, también han puesto en marcha un monedero para que los usuarios puedan monetizar sus servicios (convertir las horas ya servidas y puntos ganados en dinero real) o lo contrario, comprar puntos para lograr objetos o servicios. "Me encantaría que en unos años se pudiese conseguir cualquier cosa mediante el intercambio. Tenemos que perder el miedo", concluye Gómez.