Bantierra, la Caja Rural de Aragón, cerró el año pasado sus cuentas con un beneficio neto de 7,48 millones de euros, apenas un 1,5% menos que en el 2015 (7,6 millones), según los datos publicados por la patronal del sector Unacc (Unión Nacional de Cooperativas de Crédito (Unacc).

La entidad, que todavía no ha dado a conocer sus cuentas del 2016 de manera oficial (lo hará en las próximas semanas), se encuentra en pleno desarrollo de una operación de saneamiento de su balance mediante la creación de una especie de banco malo participado por el resto de cajas rurales, que adquirirán así 320 millones de euros de activos inmobiliarios.

La compra ya ha sido autorizada por la asamblea de socios del Grupo Caja Rural y está ahora pendiente de recibir el apoyo de otras firmas del sector de banca cooperativa como Caja Laboral o Cajamar. Es la solución con la que Bantierra quiere sanear su balance y cumplir los últimos requerimientos de solvencia y capital exigidos por el Banco de España, que hace tres meses emitió una circular contable que eleva las provisiones bancarias por el lastre del ladrillo. En concreto, la entidad aragonesa lograría incrementar su ratio de solvencia hasta el 14% (ahora está en el 11,9%), ampliamente por encima del demandado por el regulador, y la morosidad descendería drásticamente del 18% al 6%.

No sería la primera vez que la Asociación de Cajas Rurales (Grupo Caja Rural) sale en ayuda de Bantierra. Esta alianza, en la que están integrada gran parte del sector de banca cooperativa -con la excepción de Cajamar- ha inyectado en la entidad aragonesa 245 millones en tres tramos (73 millones en el 2012, 82 en el 2013 y casi 90 en el 2015).

Para lograr estos ingresos, Bantierra cedió a la matriz derechos de cobro en el futuro de comisiones de seguros, planes de pensiones o tarjetas, entre otros conceptos.