El Banco Central Europeo (BCE) va a seguir inyectando dinero en la zona euro hasta diciembre del 2017 o más allá si es necesario para lograr que la inflación se acerque de forma decidida hacia el objetivo del 2%, lejos del 0,6% anotado este mes de noviembre. Lejos de dar señales de una retirada de los estímulos monetarios que en los dos últimos años están sosteniendo el crecimiento de la zona euro, el presidente del BCE, Mario Draghi, dejó claro ayer que el banco central va a seguir echando leña a la economía europea el tiempo que haga falta.

«Nuestro mensaje clave es que la presencia sostenida del BCE va a durar», dijo Draghi en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Gobierno del banco central en Francfort, la primera tras las elecciones de EEUU y tras la precipitada dimisión del ya exprimer ministro italiano, Matteo Renzi. De momento, el BCE decidió ayer inyectar en el sistema 540.000 millones más de lo previsto para el 2017. También aprobó mantener inalterados en sus mínimos históricos los tipos oficiales de interés (lo que incluyen dejar el precio del dinero en el 0%), que seguirán «en ese nivel o más bajos» incluso después de que finalice el actual programa de compra de deuda, en diciembre del 2017. Los mercados financieros han recibido todas estas noticias con optimismo.

La bolsa española cerró la sesión con una ganancia superior al 2% y la cotización del euro bajó hasta los 1,06 dólares en un movimiento que siempre es bien recibido por el sector exportador. La bolsa italiana cerró con una ganancia del 1,64% pese a que el propio Draghi no ocultó las dudas que planean sobre la banca de su país.

En concreto, el consejo de gobierno del BCE ha decidido prolongar el programa de compra de deuda pública y privada hasta diciembre del 2017, y no darlo por concluido el próximo marzo, como se había previsto. Eso sí, a partir de abril el ritmo de compra de deuda se reducirá de 80.000 a 60.000 millones, de modo que en esos nueve meses adicionales el BCE inyectará en la zona euro 540.000 millones. Desde que en marzo del 2015 el BCE inició su programa de compra de deuda, ya ha inyectado 1,4 billones en la zona euro, de los que algo más de 140.000 millones (el 10%) corresponde a deuda pública española.

Además, el BCE también decidió ampliar el abanico de títulos que podrá comprar, bajando de 2 a 1 año el plazo mínimo de la deuda pública y abriendo la posibilidad de comprar títulos con una rentabilidad negativa incluso inferior al -0,40% de la llamada facilidad de depósito, que es el tipo de interés con el que el banco central penaliza los depósitos que las entidades atesoran en las cámaras acorazadas de Fráncfort.

Alargar el plazo de compra de deuda pero reducir el ritmo mensual de compras es lo que Draghi definió como una decisión «pragmática y flexible» del BCE.

Draghi se esforzó en dejar claro que la reducción del ritmo de compras no debe ser interpretada como una señal de una progresiva retirada total de los estímulos (lo que en término anglosajón se denomina como tapering). «No se ha hablado de eso», aseguró. Y para subrayarlo explicó que el BCE se reserva la decisión de alargar el programa de compra, más allá de diciembre del 2017, o de ampliar el límite mensual de compra de 60.000 millones si la inflación no evoluciona según lo previsto o si las condiciones financieras se complican.

DÉBIL CRECIMIENTO

Precisamente el BCE ha publicado su nuevo informe sobre perspectivas macroeconómicas que deja prácticamente sin cambios las publicadas en septiembre.

La autoridad monetaria prevé que el PIB de la eurozona seguirá avanzando «a un ritmo moderado, pero constante» del 1,7% en el 2016 y el 2017 y del 1,6% en los años siguientes. Para la inflación se apunta una tasa media del 0,2% en el 2016, que se iría acelerando animada por los precios del petróleo hasta el 1,3% en el 2017; el 1,5% en el 2018 y el 1,7% en el 2019.