BMN, el banco nacionalizado que el Gobierno quiere que sea absorbido por el también público Bankia, perdió 39 millones el año pasado, con lo que volvió a los números rojos por primera vez desde el 2012, el año en que el Estado lo rescató. La entidad lo achacó a los 422 millones provisionados para cubrir deterioros de valor y futuras pérdidas, de los que 119 son de carácter voluntario y extraordinario.

Sin embargo, estas provisiones son inferiores a las del 2015 (573 millones), lo que demuestra que el banco tiene una baja rentabilidad en su negocio ordinario que también explica las pérdidas. Además, el peso de las provisiones sobre los activos dañados es del 40,5%, unos diez puntos por debajo de la media del sector. Estos son los dos problemas que han llevado al Ejecutivo a instar su fusión con Bankia, que ya ha devuelto 127 millones a 25.000 afectados por las cláusulas suelo.