British Airways logró ayer por la mañana solventar parte del problema informático que la llevó el sábado a anunciar una medida drástica: la cancelación de prácticamente todos los vuelos que tenían como origen o destino los aeropuertos de Londres (Heathrow y Gatwick). Con el sistema funcionando, la aerolínea consiguió que despegaran buena parte de los aviones, aunque siguió habiendo cancelaciones y, sobre todo, retrasos. La compañía británica se centró en recuperar la actividad en los principales aeropuertos británicos.

El de menos tráfico, Gatwick, logró desde primera hora que la mayoría de las rutas fueran operadas con éxito (aunque con algunos retrasos y puntuales cancelaciones). En cambio, en el mayor aeropuerto londinense, Heathrow, el panorama fue distinto. En ese aeropuerto sí que se produjeron decenas de cancelaciones y, aunque la empresa consiguió que despegaran un buen número de vuelos, la tónica de la jornada fue la acumulación de importantes retrasos.

En Barcelona, había previstos ayer siete vuelos operados por British Airways. El primero de la mañana tuvo un retraso de más de cinco horas y el segundo fue cancelado. El tercero, en cambio, salió hacia Heathrow con solo 20 minutos de retraso y el cuarto despegó unos 45 minutos después de lo previsto.

La compañía, a través de un comunicado, anunció que los pasajeros afectados «podrán reclamar una devolución íntegra» o cambiar su billete para un viaje futuro hasta final de noviembre del 2017. Además, pidió a los clientes que guardasen los recibos para realizar las correspondientes compensaciones en caso de que correspondan.

Fuentes del sector aeronáutico recuerdan que cuando suceden problemas de este tipo, las compañías necesitan «varios días, habitualmente hasta una semana» para recuperar la normalidad. Es decir: se prevé que los retrasos y cancelaciones continúen a lo largo de las siguientes jornadas.