La Comisión Europea dio a conocer ayer nuevos detalles sobre la propuesta que pretende acabar con el roaming -el recargo que ha de pagar cualquier europeo por hacer uso de su teléfono móvil fuera del país donde reside- dentro de la UE en junio del 2017. El coste por megabyte que se fijará para los datos que el cliente utilice en el extranjero será el mismo en todos los países miembros. Esa tarifa máxima aplicable, que aún debaten el Parlamento y el Consejo y que podría estar entorno a 0,85 céntimos de euro el megabyte (MB), determinará la cantidad de datos que el usuario tendrá a su disposición cuando viaje a otro país miembro en base a la tarifa contratada en su lugar de residencia.

En la práctica, y según un ejemplo del Ejecutivo comunitario, esta medida se traducirá en lo siguiente, por complejo que pueda parecer: si un cliente tiene contratada una tarifa prepago de 20 euros, y en el momento de viajar al extranjero tiene un saldo de 13 euros, podrá disfrutar de datos para internet por ese importe a un coste de 0,85 céntimos el MB. Es decir, dispondrá de 1,5 GB. Si se trata de una tarifa que en el país de origen ofrece llamadas, mensajes y datos ilimitados por 70 euros al mes, cuando el cliente viaje al extranjero tendrá el doble del equivalente de esos 70 euros: 16 GB en base al coste único mencionado. El objetivo es que el usuario no tenga que pagar ni un céntimo más cada vez que cruce la frontera.

Equilibrio / Para evitar abusos en el servicio, las operadoras controlarán el consumo de los clientes a nivel doméstico y en el exterior. En el caso de que detecten alguna irregularidad, como puede ser un uso intensivo de datos en el extranjero y un consumo nulo o casi nulo en el país donde el cliente tiene contratada la tarifa, las telecos podrán tomar medidas -aplicar un coste adicional- si la situación se ha venido repitiendo durante al menos cuatro meses sin que haya habido justificación alguna por parte del usuario. Además, se le deberá avisar del castigo al que se enfrenta con dos semanas de antelación.

Y es que, argumenta la Comisión, se pretende encontrar un equilibrio entre consumidores y compañías que proporcionan los servicios. El fin del roaming, en un contexto europeo marcado por las diferencias de los precios de las tarifas entre unos países y otros -los datos en Finlandia son hasta 30 veces más baratos que en Hungría- pueden poner en riesgo el atractivo de las ofertas más competitivas de un estado miembro. A nadie se le escapa que saldría rentable comprar una tarjeta SIM polaca para ser utilizada en España, por lo que Bruselas insiste en que no se trata de crear un mercado único de telefonía móvil sino de acabar con los sobrecostes para los usuarios que viajan con frecuencia al extranjero.

La propuesta, que parece ser la definitiva tras el rechazo frontal de los consumidores a la primera idea que se presentó -fijaba un límite de 90 días al año para disfrutar de ese roaming cero- aún tiene que ser aprobada por los ministros europeos el próximo lunes.