CaixaBank está «en muy buen momento», en palabras de su consejero delegado Gonzalo Gortázar, y centrada en la integración del banco portugués BPI, su primera gran compra fuera del mercado español. Por este motivo, la entidad ha descartado cualquier otra operación corporativa a corto y medio plazo en España. Gortázar se ha referido de forma específica a dos operaciones: la venta del Banco Popular, que atraviesa una grave crisis de credibilidad tras registrar unas pérdidas récord de 3.485 millones en el 2016, y la venta de la filial española del Deutsche Bank.

Ambas operaciones hubieran encajado con el perfil de CaixaBank, que ya compró en el pasado la filial española de Barclays y que mantuvo conversaciones con el Popular en varias ocasiones en el último quinquenio. «No tenemos sobre la mesa ninguna operación corporativa, estamos centrados en Portugal», reiteró Gortázar. La oferta pública de adquisición sobre BPI finalizó el pasado 7 de febrero y ha permitido a Caixabank controlar un 84,5% del cuarto banco luso tras un desembolso de 568 millones de euros. Los resultados del primer trimestre de CaixaBank ya incorporan la actividad del BPI desde febrero de este año. Con este nuevo perímetro de negocio, CaixaBank ganó entre enero y marzo de este año un total de 403 millones de euros, un 47,9% más que en el mismo periodo del año anterior. El margen de intereses, que es el que recoge la actividad puramente financiera de prestar dinero y remunerar depósitos, sumó 1.153 millones, un 13,1% más (un 6,3% sin la aportación de BPI).

Gortázar subrayó ayer que los ingresos más centrales de CaixaBank, como son los intereses, las comisiones y la actividad aseguradora, siguen ganando peso y ya suponen el 97 % del total, frente al 81 % que representaban hace un año.

NEGOCIO INMOBILIARIO / Las pérdidas por deterioro de activos financieros y otras provisiones han alcanzado los 619 millones, un 51 % más, tras registrar 152 millones asociados a 350 prejubilaciones y 154 millones de saneamiento de la exposición en Sareb. En concreto, las pérdidas por el negocio inmobiliario han sumado 172 millones, incluido el saneamiento por Sareb, sin el cual los números rojos de este negocio se sitúan en 64 millones.