CaixaBank afronta una nueva etapa y así lo quiso certificar ayer su presidente en la junta general de accionistas celebrada en Barcelona. Jordi Gual reconoció que es la «primera vez que controlamos un banco», en referencia a la operación de compra de la entidad financiera portuguesa BPI cerrada el pasado febrero.

Cuando CaixaBank sacó a bolsa Criteria el 10 de octubre del 2007, el germen de lo que hoy es el banco cotizado, este vehículo inversor inició un proceso de adquisición de participaciones en entidades financieras internacionales. Siempre fueron porcentajes minoritarios que le permitían aprender de la experiencia internacional, pero no ejercer un control sobre las mismas.

Ahora, el banco afronta su primera gran operación fuera de España tras desembolsar 644,5 millones para pasar del 45% que controlaba en BPI, en el que estaba desde hacía años, hasta el 84,5%. La suma de las dos entidades arroja un negocio de 564.000 millones, lo que sitúa a este grupo financiero en el primer puesto del ranking en el mercado ibérico por activos y por clientes.

Gonzalo Gortázar dedicó buena parte de su intervención a explicar la operación portuguesa que se ha gestado en los dos últimos dos años. El consejero delegado de CaixaBank confirmó que se mantendrá la franquicia y la marca de BPI, así como el equipo directivo, y se explorarán las sinergias y ahorros de costes. CaixaBank prevé reducir 900 empleos en BPI. Jordi Gual aseguró que las prioridades para la segunda mitad del plan estratégico 2015-2018 de la entidad pasan por la apuesta por la diversificación de ingresos y la potenciación de los negocios de seguros y de gestión de activos. CaixaBank ganó 1.047 millones en 2016, el 28,6% más y el mejor resultado desde el 2011. En la presentación de resultados del 2016, los directivos avanzaron que la entidad se centrará en la integración de BPI y que por el momento rechaza realizar operaciones corporativas, a pesar de que su nombre suena en las quinielas para quedarse con el negocio del Popular o del Deutsche Bank.