El campo aragonés contiene la respiración ante el avance de la Xylella fastidiosa. La bacteria, conocida como el ébola de los olivos, saltó hace unos meses a Alicante tras hacer estragos en las islas Baleares, lo que ha provocado que el miedo y la preocupación se extiendan entre los agricultores de la comunidad. No es para menos. Si la Xylella entra en la región podría llevarse por delante el sustento de muchos profesionales del sector. Y es que la bacteria no afecta solo al olivo. También mata a la vid, al almendro, al melocotonero o al cerezo, cultivos muy extendidos en Aragón.

«Si llega aquí esto podría ser la debacle», advierte Joaquín Morella, responsable del sector del olivar de UAGA Aragón. El Ejecutivo autonómico lo sabe bien, por eso ha intensificado los controles preventivos en campos y viveros en los últimos meses. Por el momento, ni rastro de la bacteria.

El director del Centro de Certificación Vegetal del departamento de Desarrollo Rural de la DGA, Emilio Betrán, confía en que siga siendo así, gracias, sobre todo, a las bajas temperaturas que comenzarán a llegar en los próximos días. «Con el frío, el riesgo de dispersión se reduce; de hecho la bacteria ha aparecido casi siempre en todos los países en zonas costeras o islas, donde hay más humedad y la climatología es más suave», explica Betrán.

La normativa comunitaria obliga a realizar inspecciones anuales como medida preventiva, pero el «plan de contingencia» diseñado este año por el departamento ha sido más «incisivo». «Como es habitual, los controles se han centrado en los árboles plantados en los tres últimos años, ya que en ellos el riesgo de haber importado la bacteria es mayor», comenta Betrán, que apunta que las inspecciones comenzaron al final de la primavera y han terminado recientemente (es en esta época cuando la planta está creciendo y los síntomas de estrés hídrico son más visibles).

Poco más se puede hacer. Por eso, tanto Morella como Betrán piden «responsabilidad» a todos los profesionales, que, además, están obligados a notificar cualquier sospecha de contaminación. «Esto es un trabajo de todos; la gente tiene que estar muy segura de lo que compra y de lo que planta en su campo sin priorizar el precio», subraya Morella.

LAS MEDIDAS

Hace unos meses, algunas voces abogaban por prohibir la entrada de material vegetal del Levante español, aunque saben que la UE no aprueba medidas contra el libre comercio. Morella tampoco es partidario de ello y apuesta más por la «vigilancia extrema».

Si la Xylella sigue expandiéndose, todas las alarmas saltarían en la comunidad ya que hay muchos cultivos susceptibles de ser atacados. Así, en Aragón hay 44.600 hectáreas de olivo, 67.400 de almendros, 30.500 de viñedo, 8.100 de cerezos y 21.200 de melocotoneros, nectarinas y paraguayos.

«Tampoco hay que ser alarmistas; en EEUU es un mal endémico y han aprendido a convivir con él», indican desde la asociación de viveristas de frutales en Aragón. Por si acaso, la DGA se ha reunido en los últimos meses con las organizaciones agrarias y los viveros para mantenerles informados y orientarles. El 21 de noviembre, Zaragoza acogera un foro sobre sanidad vegetal con expertos en el que se analizará la problemática.