El 36,8% de los titulados universtarios que en 2016 tenían trabajo ocupaban un empleo para el que estaban sobrecualificados, según el informe de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CyD) presentado este martes en Madrid. Esta cifra contrasta con el 23% de trabajadores sobrecualificados de media en la UE, lo que revela un nivel de sobreducación "relativamente alto" en el caso español.

En rueda de prensa, el coordinador del estudio, Martí Parellada, explicó que esto se debe a que la economía española "no genera empleos de alta cualificación suficientes" como para absorber el número de titulados que produce, aspecto este último en el que sí está a la cabeza de Europa. De hecho, es el segundo país con más sobreeducación del continente, solo por detrás de Chipre (36,7%).

Menos paro

El trabajo indica que en 2016 el 34,4% de los universitarios que consiguieron trabajo fueron contratados para un empleo que requería una cualificación menor a la que poseían (para el 25,6% de las tareas bastaría con Bachillerato, ESO o FP de Grado Medio, y el 8,8% de contratos se referían a ocupaciones que no requerían ningún estudio). Como dato positivo, destaca la recuperación del empleo entre la población universitaria, donde el paro pasó del 15% al 10,9% entre el 2013 y el 2016.

Tendencia general

Según Parellada , la mayor tasa de sobrecualificación de España es fruto de las debilidades de nuestra economía", aunque precisó que en realidad, "en todos los países existe una tendencia comprobada a que en la universidad se matricule un porcentaje de población que luego (sus sistemas productivos) son incapaces de absorber". En su opinión, esto se debe a factores culturales y económicos, y la respuesta no depende solo de la universidad, sino que administraciones e instituciones académicas deben trabajar juntas en este terreno y analizar, por ejemplo, la empleabilidad de sus egresados.

Autonomía

Para el vicepresidente de la Fundación CyD, Francesc Solé, parte de la respuesta a este problema pasa por aumentar la autonomía universitaria y permitir así un mejor ajuste entre oferta y demanda. "Si los alumnos ven que un máster o un grado no tiene salidas laborales, dejarán de elegirlo" y las universidades de ofrecerlo, señaló. Con todo, prefirió apostar "por una política de reajuste de titulaciones más que por un proceso de fusión de universidades" impuesto desde arriba. "Hay títulos muy parecidos con muy pocos alumnos que se ofrecen en universidades cercanas, y sobre esto quizás conviene trabajar", afirmó. "Una mayor autonomía permitiría a las universidades adaptar mejor su oferta a la demanda", concluyó.