Hace unos días, Juan Carlos Anglés leía la prensa después de comer mientras tomaba café en el bar de Castelserás (Teruel), donde nació hace 49 años. Comentaba las noticias con un amigo cuando un titular le llamó la atención: Una yegua de la reina de Inglaterra que ganó en Ascot el año pasado da positivo en un control antidopaje. «Si se alimentara con mi alfalfa no le hubiera pasado...», pensó en voz alta. Entre risas y bromas de sus vecinos se le ocurrió una «jaimitada»: mandarle una bala de este cereal a Isabel II para que sus caballos comprueben que «la alfalfa del valle del Ebro es la mejor del mundo». Su amigo Ricardo Llop, creador de Aceros de Hispania ±una web de cuchillos pionera en la venta on line± se ofreció para hacerle el envío y, si el correo real es eficaz, el curioso presente llegará hoy al Palacio de Buckingham.

Anglés es agricultor por tradición familiar. «Desde que nací», puntualiza. Con su hermano gestiona campos propios y ajenos, donde cultiva alfalfa, maíz, almendro y olivar, y tiene una granja de 300 cerdas de cría. Pero le encantan los caballos y disfruta de sus tres ejemplares: Brisa, Nieve y Dalí. «Hacemos rutas, no carreras. Es pura afición», reconoce. Su producción de alfalfa alimenta desde hace 15 años a los dromedarios de Canarias, los camellos de los Emiratos Árabes y, también, a los caballos pura sangre más veloces de la alta competición internacional. «Se vuelven locos con ella, les da mucha marcha», asegura con pasión. Sin embargo, esta defensa de la calidad de la alfalfa de Castelserás no es gratuita. Se debe al salitre de la tierra, la cal del agua y al clima de la zona, tres factores que la convierten en «única». El nivel de acidez del suelo o ph influye directamente en la solubilidad y asimilación de los elementos que nutren a las plantas, lo que definen su calidad, rendimiento y sabor posterior.

Contaminada

Anglés envió dos balas de alfalfa de unos 20 kilos, una para Isabel II y otra para Dodson & Horsell, la proveedora de pienso de la monarquía británica desde 1985. Probablemente, Estimate, la yegua dopada de la reina de Inglaterra, ingirió alfalfas de baja calidad y contaminadas con productos químicos como la morfina. «Para nosotros es un orgullo saber que nuestros campos alimentan a los mejores caballos del mundo y, lo que es más importante, de la forma más sana y natural posible. Por eso quise hacer llegar a la casa real británica lo que en otros muchos países con una larga trayectoria en el cuidado de caballos de competición consideran el caviar de las alfalfas», explica Anglés.

El agricultor turolense admite que no espera respuesta de la empresa de piensos, pero sí de la familia real inglesa. «Me hubiera gustado mucho ver la cara de la reina al recibir el paquete pero confío en que me escribirá. No sé si me dará las gracias o me dirá «Y tú, ¿de qué vas?», concluye Anglés entre carcajadas.