Dice la sabiduría popular de quien es muy espabilado que es más listo que el hambre. Y parece que hay una base científica para ello. Cuando el hambre aprieta, el sistema dopaminérgico dota al sistema nervioso central de una mayor claridad de pensamiento y en la percepción del medio. Cuando la fuente de alimento está localizada, la adrenalina aporta al organismo energías de reserva para conseguir la fuente de energía necesaria para alcanzarlo.

Los inversores tenían hambre ayer, después de cuatro días con las bolsas cerradas. La campaña de resultados que hoy inaugura Bankinter servirá para probar si su ansia compradora también estaba guiada por la clarividencia. El detonante principal fueron los movimientos corporativos que, como siempre, animaron su voracidad de beneficios (en este caso, en el sector farmacéutico internacional: rumores de interés de Pfizer por Astra-Zeneca, acuerdo de intercambio de activos entre Novartis y GlaxoSmithKline, y opa de Valeant por Allergen). La otra clave fue la buena subasta del Tesoro que captó 3.060 millones de euros, por encima del objetivo, con menores intereses en las letras a nueve meses y algo superiores en los títulos a tres meses.

El Ibex 35, así, subió el 1,41%, hasta los 10.437,8 puntos, mientras que la prima de riesgo se situó en los 152 puntos básicos, su cota más baja desde agosto del 2010, con el interés del bono a 10 años cerca de los mínimos históricos del 2005.