Una moneda más apreciada hace que el turismo sea más caro para los visitantes extranjeros de fuera de la zona euro, al tiempo que abarata las estancias de españoles en el exterior. «La apreciación del euro no planteará grandes problemas al sector», pronostica el jefe de coyuntura de Funcas, Raymond Torres. En su opinión, en el sector no solo pesa el precio, sino factores como la seguridad. Esto último ha derivado a España gran parte del turismo que antes optaba por Turquía o el norte de África.

En sentido contrario, la apreciación del euro abarata las importaciones. Ello está contribuyendo a reducir la importante factura energética española, pues la compra de barriles de petróleo se puede beneficiar ahora de un dólar que es el 16% más barato que a mediados del pasado mes de diciembre (el 13% desde principios de año). En el 2016, la factura energética española se acercó a los 30.000 millones de euros. Un hipotético euro el 13% más caro permitiría un ahorro de casi 4.000 millones al año.

Cuando una moneda se fortalece frente a las demás, vender al exterior resulta más difícil. España es una de las economías más abiertas del mundo; sin embargo, la parte más importante de las ventas al exterior (el 52,7% del total) se destina a la zona euro, al abrigo por tanto de cualquier modificación en el tipo de cambio de la moneda única. Además, un total de dos tercios de las ventas españolas al exterior van a países de la Unión Europea, fuera de la zona de influencia del dólar.