Los trabajadores aragoneses han perdido ocho puntos porcentuales de poder adquisitivo en la última década, al mismo tiempo que la precariedad del empleo se ha generalizado. Estas son algunas de las razones que empujaron ayer a los sindicatos a salir a la calle en toda España. En Zaragoza, la movilización tuvo lugar ante la sede de la patronal Cepyme Aragón, situada en la plaza Roma, donde alrededor de 200 delegados sindicales hicieron visibles los conflictos laborales más candentes en la comunidad, que afectan principalmente a proveedores del automóvil y a empresas del sector servicios.

En la concentración se denunciaron los problemas laborales que afectan a Megasider (industria del acero de Zaragoza); Android y Prestalid (auxiliares de Opel España), Maessa (contrata de la térmica de carbón de Andorra) o el colectivo de monitoras de comedores escolares. En todos estos casos, los sindicatos denuncian que las empresas pretenden imponer convenios a la baja haciendo uso de las «armas» y «ventajas» que les proporciona la última reforma laboral.

El secretario general de CCOO Aragón, Manuel Pina, denunció que los trabajadores siguen perdiendo poder de compra, ya que la subida salarial media pactada en convenio es del 1,5% (1,2% el pasado año), por debajo de la evolución del IPC. «Los beneficios empresariales están subiendo, la productividad muchos más y hay un crecimiento económico importante, sin embargo, los empresarios están frenando los salarios», argumentó. En la misma línea, el líder en UGT Aragón, Daniel Alastuey, reclamó que «es el momento de recuperar rentas» y criticó a las organizaciones empresariales por «no tener ninguna voluntad de llegar a un acuerdo» de negociación colectiva. «Lo que ofrecen es claramente insuficiente», agregó. «Es el momento de repartir. Lo piden las mujeres, los pensionistas y los precarios. No es de recibo que la economía crezca el 3% y los salarios apenas suban», reiteró. Defendió además que la mejora de las condiciones salariales ayudaría a impulsar la economía del país ahora que se agotan los «vientos de cola».