En la última crónica de la semana pasada decíamos que agosto acababa como empezó, a efectos bursátiles. Bien. Pues septiembre empieza igual. No están frescas tras el estío, ni animadas y fuertes tras el descanso. Claro que no son personas ni han tenido vacaciones. Las bolsas europeas abrieron el mes como si realmente necesitaran unas vacaciones. Sin la inspiración de Wall Street --casualmente, ayer Estados Unidos celebró el día del Trabajo y gozó de un puente--, los parqués del viejo continente estuvieron aquejados de un claro síndrome postvacacional, les faltó vitalidad. Claro, que la vuelta da pereza, cuando no susto. Los problemas son los mismos --los riesgos de deflación, la crisis de Ucrania que meterá a la Unión Europea en una espiral acción-reacción de sanciones y vetos, las economías europeas agotadas...-- y no tienen pinta de encontrar una rápida solución.

Sólo el Ibex35 escapó de la atonía y osó subir un tímido 0,16%, mantener el nivel de los 10.746 puntos y colocar la prima de riesgo en 137 puntos básicos, dos más que el último día de agosto. Pero el dinero no descansa. Mientras el inversor se solazaba, la bolsa española negoció en renta variable un volumen de 44.196 millones de euros, el 22% más que hace un año. El acumulado en los ocho primeros meses del año habla de un negocio de 551.305 millones de euros, con un crecimiento del 26% sobre el acumulado en igual periodo del 2013. El número de negociaciones en agosto alcanzó los 4,7 millones, un crecimiento del 33% en un año. Así, algunos estarán encantados de volver.