La marca de ropa Desigual concluyó en el 2017 la parte más dura del proceso de saneamiento de sus cuentas y transformación de su modelo de negocio. La cadena con sede en Barcelona cerró el año pasado con un beneficio neto de 47 millones, lo que supone una caída del del 33% en relación con el resultado del 2016, en que obtuvo unas ganancias de 71 millones.

El cambio de rumbo iniciado en el 2015 con la entrada del fondo de capital riesgo francés Eurazeo mediante la compra de un 10% de la cadena de ropa se aceleró en el 2017 con nuevos pasos en la racionalización de la red de puntos de venta que llevó al cierre o la fusión de establecimientos. Como consecuencia de esas medidas, la cifra de facturación bajó un 11,5% y llegó a los 761 millones de euros.

El retroceso en los ingresos se centró en los mercados europeos, en los que Desigual concentra el 90% de sus ventas. Al descenso de las ventas se unió el efecto de un aumento de las inversiones y en la mejora de la calidad de las prendas. El resultado de esa combinación fue un retroceso en el resultado operativo del 28%, hasta los 119 millones, así como del beneficio neto. La marca tiene previsto abrir 50 tiendas y llevar a cabo la renovación de otros 50 puntos de venta en los próximos meses.