Cuando Juan López apareció por Zaragoza Activa con su idea de negocio nos quedamos atónitos. Quería montar una plataforma global de garajes en clave de economía colaborativa. Un sistema donde todo el excedente de plazas libres --incluso aquellas que uno mismo libera apenas unas horas cuando va a trabajar--, pudieran ofertarse en un nuevo mercado entre particulares. Aunque una buena idea no es suficiente, lo importante es tener una sucesión de buenas ideas, y vaya si Juan las tenía... incluido un sistema para solventar --vía teléfono-- problemas como dónde está la plaza o cómo abrir la puerta del garaje.

El ejemplo de Garage Scanner representa la parte más bonita de nuestro trabajo, ganó la V edición del Semillero de Ideas --con acceso al Vivero de empresas-- y se quedó a las puertas de que lo mandáramos a Silicon Valley con Yuzz, tres de nuestros programas de incubación, formación y aceleración empresarial. La verdad es que todo el mérito es suyo, porque su principal activo es su talento y en eso poco podemos ayudar, pero como le escuché no hace mucho a Rebeca Grynspan "el talento es lo único que está bien distribuido por el mundo, es la falta de oportunidades lo que hay que redistribuir". Y es precisamente en esto último, donde creo que estamos contribuyendo con nuestro granito de arena: democratizar el emprendimiento y al mismo tiempo, aunque sea ligeramente, impregnarlo de nuevos valores.

¿Puede una empresa mejorar el mundo que nos rodea? Puede y debe. Una empresa viable es, al fin y al cabo, una estructura que produce soluciones a problemas. A partir de ahí, imaginen el impacto de una empresa como Garage Scanner: cientos de miles de garajes de particulares salen al mercado, redistribuyendo beneficios de forma mucho más horizontal, aumentando la oferta y por tanto bajando los precios para los consumidores, mejorando la eficiencia y la sostenibilidad del tráfico... y sobre todo, gestionando la abundancia en mercados donde la escasez era, en parte, artificial. Si además, la empresa nace y se queda en Zaragoza ¿qué más se puede pedir?