En la primera reunión de las 20 potencias económicas del mundo industrializado, Donald Trump se ha salido con la suya. El encuentro del G-20, que comenzó el viernes y finalizó ayer en la ciudad alemana de Baden-Baden, concluyó sin que los ministros de Economía pidieran reforzar el comercio libre ni «resistir todas las formas de proteccionismo». Lo que ha sido el dogma del G-20 los últimos años ha cambiado con la llegada del magnate republicano a la Casa Blanca.

La falta de este capítulo supone una concesión al América primero que esgrime Trump para lograr un informe final común. A diferencia de todos sus antecesores, el presidente estadounidense ha dado la espalda a grandes acuerdos de libre comercio como el controvertido TTIP y ha amenazado con multar a las empresas nacionales que fabriquen sus productos fuera de los EEUU e imponer nuevas tasas sobre las importaciones. Así, el secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, tampoco descartó pedir la renegociación de la Organización Mundial del Comercio (OMU).

La influencia del gabinete negacionista de Trump también forzó al G-20 a obviar en el documento el compromiso de las potencias más contaminantes del mundo con el histórico Acuerdo de París del 2015 para frenar el cambio climático.

COMPRENSIÓN / Pese a que ese giro proteccionista y nacionalista ha disgustado a la Unión Europea (UE) el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, padre de la ortodoxia fiscal, pidió en este encuentro celebrado a puerta cerrada con los principales bancos mundiales comprensión ante la falta de un consenso que muchos han visto con decepción.

En el documento que recoge las primeras conclusiones de las negociaciones, sí se incluye la voluntad de trabajar «para fortalecer la contribución del comercio» mundial, así como «reducir la desigualdad» mientras se impulsa el crecimiento económico.