Hace tan solo dos años se veía como una gran apuesta de futuro capaz de generar riqueza y empleo en la comunidad. Hoy, no es ni la sombra de lo que se pensaba que podía llegar a ser. El sector del biodiésel se ha frenado en seco y se ha llevado por delante las esperanzas de productores, agricultores y administraciones públicas, entre otros.

Las causas, explican los expertos, hay que buscarlas en la fuerte volatilidad y en la subida de precios que han experimentado las materias primas. Y es que, la acción de los especuladores financieros en los mercados de futuros, donde encontraron refugio a comienzos de la crisis económica, ha encarecido "enormemente" la colza y el girasol. Además, la caída del valor del petróleo ha provocado que comprar el aceite necesario para fabricar el biocarburante sea más caro que comprar directamente el gasoil. "Los precios han subido tanto que no da ni para cubrir los costes de producción y así difícilmente se puede trabajar", lamenta el director de la planta que la firma Combunet tiene en Monzón, Manel Campdepadros.

Por si esto fuera poco, la actividad también se ha visto muy perjudicada por la "invasión" del biodiésel importado de EEUU a un precio que estaba a un 34% por debajo del mercado. No en vano, la Comisión Europea reconoció el dumping y aplica desde marzo un arancel de entre 213 a 400 euros por tonelada de biodiésel procedente de EEUU.

Los productores estadounidenses se benefician de un crédito fiscal de 300 euros por tonelada. "Eso ha hecho que su biodiésel haya copado el 71% del mercado nacional --ver gráfico-- y haya expulsado a los productores españoles y comunitarios", critica el director de la sección de Biocarburantes de la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA), Manuel Bustos, que indica que el parón que sufre la industria española da aún más rabia cuando se conoce que el consumo de biodiésel se duplicó el año pasado en España.

Ahora, según indican los responsables de las plantas de la comunidad, el riesgo es que las petroleras --muy beneficiadas por la entrada de productos baratos-- recurran a otros biocombustibles importados que también están subvencionados, como los de Argentina, Malasia o Indonesia.

LAS DEMANDAS

Por todo ello, la APPA ya ha reclamado al Gobierno que se adopten medidas para asegurar la supervivencia de la industria nacional, como ya se hace en Francia o en Italia. "Solo con que el Gobierno obligara a Repsol a comprar un tanto por ciento importante del biodiésel en España y no en Malasia nos iría mejor", opina el director de la planta de Alcalá de Gurrea, Armando Pintanel. "Además, la Administración debería dar más ayudas a la producción", añaden desde la planta de Altorricón.

Todos estos factores han provocado que el sector del biodiésel en España se encuentre en una situación crítica. De hecho, y según indica la APPA, la mitad de las 36 plantas españolas están paralizadas y unos 500 trabajadores, el 50% del total, están afectados por regulaciones de empleo temporales o se encuentran en riesgo de verse implicados en uno de estos procesos. Las fábricas que siguen trabajando, lo hacen a medio gas.

Aragón no ha sido ajena a esta crisis. Las cuatro plantas que están operativas no producen ni un tercio del biocarburante que podrían fabricar y los proyectos se han paralizado. Es el caso de la iniciativa del grupo cooperativo Arento, que quería construir una productora en Zuera y tres fábricas extractoras en Ejea, Gelsa y Zuera. "Lo paralizamos por prudencia, pero estoy seguro de que será una realidad", aseguró el gerente de Arento, Luis Navarro.