Las negociaciones entre el Gobierno griego y la conocida como troika --Fondo Monetario Internacional, Unión Europea y Banco Central Europeo-- atraviesa algunas dificultades. Las dos partes no se ponen de acuerdo sobre cómo organizar la reducción del número de funcionarios en un quinto hasta el 2015 a la que se ha comprometido Atenas para recibir el nuevo tramo del rescate.

La misión internacional abandonó el país el mes pasado al no estar segura de que el Ejecutivo pudiera realizar las reformas y recortes del presupuesto comprometidos, pero volvió esta misma semana después de que el presidente, Yorgos Papandreu, se comprometiera a hacer todo lo necesario para cumplir lo acordado. Si no se llega a un pacto para liberar los 8.000 millones de euros del siguiente tramo del rescate, Grecia se quedará sin fondos para pagar a sus empleados públicos en cuestión de semanas.

Atenas se ha comprometido a dejar a 30.000 funcionarios en una "reserva" antes de final de año. Los trabajadores recibirían un 60% de su sueldo durante un año y luego serían despedidos si no se les encontraban nuevos puestos. El diario Ta Nea apuntó ayer que a la troika está "defraudada" con la marcha de las conversaciones porque le preocupaba que los despedidos puedan querellarse y recuperar sus puestos, ya que la Constitución les garantiza el trabajo de por vida.

Además, los negociadores internacionales temen que solo trabajadores cercanos a la edad de jubilación entren en la reserva, que se convertiría así en una especie de plan de prejubilaciones que ahorraría poco dinero.

El Ejecutivo heleno ha tomado nota de estas preocupaciones. "Estamos estudiando incluir a personas cercanas a la jubilación en esa reserva, pero no solo. La troika nos ha dicho repetidamente que debe ser un plan real, no virtual", explicó un alto cargo gubernamental a Reuters.

Por su parte, el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schaeuble, descartó una mayor contribución del país al fondo de rescate de la zona euro, como habían propuesto otros socios europeos y EEUU para generar confianza sobre el futuro del euro.