Jaime Terceiro, expresidente de Caja Madrid, ha propinado un duro golpe a la defensa de su sucesor, Miguel Blesa, y de la mayoría de los acusados por las tarjetas black de la entidad y Bankia. El ejecutivo, actual consejero de Bankinter, defendió ayer en el juicio que «como dicen todas las actas, eran para gastos de representación para ejercer la función de consejero», algo evidente «si uno no tiene la intención de retorcer la interpretación» de dichas actas.

Blesa alegó en la vista que los plásticos eran unas tarjetas salariales para gastos personales de libre disposición que fueron creadas en 1988, en época de Terceiro. «Es una invención, no se puede apoyar en nada», refutó su antecesor. «Las tarjetas eran absolutamente blancas, white, porque estaban legalizadas, fiscalizadas, y autorizadas por los canales adecuados. Se empezaron a oscurecer en fecha posterior a mi presidencia», insistió.

El ejecutivo argumentó que los plásticos que creó buscaban «modernizar» el sistema de gastos de representación de los consejeros: «La tarjeta es el sistema más transparente por la trazabilidad que genera» y «hacen el fraude más difícil». Es decir, que era más fácil saber en qué se había gastado los fondos que adelantando el dinero y luego presentando justificantes. Su tope técnico era de 600 euros, pero de media los consejeros gastaban al mes 250 euros, precisó.

SOLO 250 EUROS / Terceiro se revolvió contra las acusaciones que le lanzaron algunos de los acusados. Así, afirmó que era «radicalmente incierto» que subiera el límite de los 600 euros, sostuvo que «bajo ningún concepto» se dio el PIN a los consejeros para que sacasen metálico en los cajeros, y defendió que ningún otra entidad de relevancia ha tenido unas black. También reveló que algunos consejeros, como el acusado José Antonio Moral Santín, se quejaron de que su retribución era baja, pero que él se negó a elevarla por la diferente naturaleza de las cajas frente a los bancos. Los administradores, ha destacado, cobraban en su época 1.800 euros al año por dietas de asistencia, pero con Blesa algunos llegaron a cobrar más de 500.000 euros, «multiplicado por 277». Por la evolución de la inflación, añadió, solo se tendrían que haberse multiplicado por 1,8.

La sesión fue muy bronca, con un Terceiro visiblemente nervioso, contestando con vehemencia al duro y machacón interrogatorio de las defensas durante cinco horas. El fiscal llegó a protestar «por el exceso verbal de la defensa (de Blesa) que intenta amedrentar al testigo». Y los defensores criticaron que el testigo haya seguido la causa y se haya asesorado por abogados, porque ello debería invalidar su testimonio.

El ejecutivo, que se esforzó por reivindicar su gestión y honradez, aseguró que no aceptó el pacto de PP y CCOO para repartirse el control de Caja Madrid, un «paradigma del mal gobierno de las cajas», y por eso dimitió. «El vicepresidente económico (Rodrigo Rato) me ofreció la presidencia de una gran empresa para que dejara la caja», reveló. También subrayó que dejó Caja Madrid siendo la entidad «más solvente, rentable y eficiente de España», entre otras cosas gracias a su «política de austeridad». H