El zaragozano Fernando Gil Bayona dirige desde hace casi un año BSH Electrodomésticos España y ha concedido a EL PERIÓDICO su primera entrevista a un medio de comunicación.

A este afable directivo, de 51 años, casado y padre de tres hijos, le corre por las venas la marca aragonesa Balay. Es nieto de su fundador, Esteban Bayona, e hijo de Fernando Gil Martínez, que presidió la empresa hasta que pasó a manos alemanas.

Savia nueva y con raigambre en una multinacional del primer nivel que constituye una de las joyas de la corona de la industria regional. Una persona curtida en los escalafones de la compañía, incluida la dirección de la filial francesa del grupo, que ha sido su anterior desempeño.

-¿Con qué empresa se ha encontrado? -Con una empresa excelentemente gestionada, con una orientación muy clara hacia el mercado (distribución y consumidor) y un nivel de autoexigencia asumido por la gente que trabaja en la misma que hace que permanentemente estemos estresados en mejorar procesos y productos. Y una organización que es consciente del rol que juega dentro de la multinacional al contar con una base industrial importante.

-¿Cuáles son sus retos?

-Hay dos áreas principales en las que tenemos desafios. Por un lado, en el mercado nacional, como empresa comercializadora debemos gestionar bien la concentración de la distribución y nuestro papel en el mundo frente a los nuevos competidores, sobre todo de China, Corea y Turquía, que vienen con fuerza a Europa. También ser capaces de vender productos que se ajustas más a la digitalización temprana que vive nuestra sociedad. Por otro lado, en el área industrial, el reto es indudablemente tener fábricas eficientes, productivas y que fabriquen con la calidad que conocemos y puedan competir tanto con nuestro competidores externos como internos.

-¿Ser nieto del fundador de Balay impone un plus de exigencia?

-Sí. Toda mi vida he estado metido en el mundo del electrodoméstico y no me plantee trabajar en otro sitio. Cuando era peque- ño iba muchos fines de semana a la Balay de Montañana. Mi padre era entonces director comercial y mientras cogía y dejaba papeles, mi hermano y yo jugábamos en el parking a fútbol. -En esa fábrica de la que habla, la compañía ha invertido 80 millones en los últimos cuatro años, ¿a partir de ahora qué?

-Las fábricas nunca terminan de transformarse. Siempre se están actualizando con mejoras constantes día a día. Montañana era una planta de cocción y lavavajillas, pero se decidió que estos últimos fueran a Alemania -algo que ocurrirá a mediados del 2019- porque nuestra producción era corta en relación a otras plantas. Con ello hemos ganado un hueco para hacer de Montañana un hub importantísimo de cocción con plataformas de hornos y de inducción. Eso no quita que se estén valorando proyectos que a futuro se pudieran poner aquí. -Entonces, ¿la planta atraerá nuevos productos?

-La vocación de Montañana es hacer una fábrica de cocción fortísima y hay abiertas distintas alternativas de proyectos que puedan venir. Pero es prematuro valorar ahora el detalle de implantación. La fábrica de inducción acaba de transformarse y la nueva plataforma de hornos es muy reciente, pero siempre pensamos en distintas líneas de productos. -¿La marcha del lavavajillas resta valor industrial a Montañana?

«No debe preocupar que los lavavajillas se vayan de Montañana. Llegarán otras cosas» -La gente no debe tener ninguna preocupación. Cuando se vayan los lavavajillas, llegarán otras cosas. Ya se ha superado el impacto emocional. Va a desaparecer un producto pero viene otra cosa y no habrá impacto en la plantilla. No es una merma si te quitan por un lado y te dan por otro. Es normal en la vida de la empresas. En Balay hemos dejado de hacer calentadores, termos, lavadoras baratas, hornillos, fregaderos, estufas… Era lo que demandaba la España de los años 80 y hoy fabricamos inducciones de todo tipo: hacemos más del 25% de las que se venden en el mundo. En cambio los lavavajillas te los hacen hasta en Vietnam... Se cambia un producto commodity por otro que ancla y refuerza a Montañana.

-¿Hay ya comprador para la fábrica de planchas de Vitoria?

-Tenemos negociaciones que van por el buen camino, pero es secreto de sumario. No podemos desvelar información en virtud a un acuerdo de confidencialidad.

-¿Existen la tentación de hacer deslocalizaciones?

-BSH se ha implantado en países más baratos para producir porque son mercados donde no estábamos y que hay que nutrir. No solo por una razón de coste laboral. Eso ocurre si lo laboral tiene un alto componente en el coste total del producto. En nuestro caso el 70% son materiales y la manos de obra es el 16%. BSH podría haber decidido ir a la zona de Tánger si solo buscara el coste y no lo ha hecho. Las fábricas siguen por proximidad donde tenemos alta cuota de mercado. -

En España apenas quedan fabricantes del sector,¿

-Sí, aunque está en las rentabilidades más bajas del grupo. El reto es cómo mantener factorías rentables. Hay que ser muy buenos en calidad y productividad, y tener bajo absentismo, personal motivado y plataformas de producto en un nivel de precio que remunere más. En España estamos ya más cerca de Alemania que de otros mercados y con nuestra estructura de costes tenemos que producir aparatos de segmento medio-alto. El riesgo de deslocalización siempre existe, pero si tienes todo lo anterior y centros de innovación -como los tenemos-, no se desmonta gratuitamente una fábrica.

-El grupo anda inmerso en un proceso de digitalización.

-En el 2025 todos nuestros aparatos serán conectables a internet, pero es decisión del consumidor hacerlo. Esto ofrece múltiples beneficios: más eficiencia en la gestión del aparato, facilidad en el uso o una mejor percepción del resultado. Técnicamente ya es posible, pero hace falta masa de mercado para democratizar los precios.

-BSH emplea a 3.041 personas en Zaragoza, ¿hay margen para crear más empleo?

-Nuestras previsiones son estables. Las contrataciones dependen cada vez más de la evolución en capacidades de producción flexibles.

-¿Qué perspectivas tiene la empresa para el 2018?

-Las exportaciones se han visto afectadas por problemas geopolíticos de algunos países. En el mercado nacional estamos en los niveles que habíamos planificado, con una rentabilidad escasa. Será un año medio pero razonablemente digno y con un ligerísimo crecimiento sobre el 2017.

-A nivel logístico, ¿qué uso hace BSH del tren en Plaza? -Lo utilizamos para conectar el centro logístico de Plaza con los puertos de Barcelona y Valencia para importación y exportación. Pero si hubiese ancho europeo y una entrada por el centro del Pirineo, BSH multiplicaría su uso. Hasta que eso no ocurra, que es lo lógico, Aragón será un polo logístico de nivel medio.