Son días de despedidas para Fernando Marcén. El próximo 30 de abril dejará la presidencia de las Cooperativas Agroalimentarias de Aragón, y el 22 de mayo, el mismo cargo a nivel nacional. Está contento porque va a poder dedicar más tiempo a su familia y a trabajar el campo, donde quiere emprender nuevos retos. "Ahora toca divertirme un poco, que me lo he ganado", bromea.

--Recuerda el 18 de julio del 2013 como uno de los mejores momentos en su cargo, cuando el Congreso aprobó la Ley de Fomento de la Integración de Cooperativas.

--En ese momento dije: Creo que me puedo ir. En el cargo regional ya llevo 10 años. Ya había avisado de que no tenía intención de repetir, y en Madrid también. Cuando falleció Pérez de Obanos yo quería sustituirlo solo por el tiempo que le quedaba a él, dos años. Pero estábamos metidos en una vorágine tremenda de negociaciones con varios ministerios. Paralelamente, se empezaban a marcar las directices de la nueva PAC y me volví a presentar porque no era bueno cambiar en esos momentos. Pero ahora que toca renovar y, ya que no voy a seguir en Aragón, creo que no es positivo que el presidente nacional no coincida con el de una autonomía. La PAC está negociada, las líneas maestras del desarrollo rural sentenciadas, la ley de integración aprobada, la de equilibrio de la cadena alimentaria también... Eran demandas que puse como prioritarias y que están cumplidas, así que es el momento de irse a casa. Seguiré metido en cosas, pero no con esta intensidad.

--¿Cómo empezó en el oficio?

--Soy de Zuera, uno de los pueblos cabecera del asociacionismo agrario, con gente muy implicada. Con 13 años me tocó ir a hacer guardia a las carreteras en unas movilizaciones con tractores. Era un crío y nos lo tomábamos casi como un juego. También viví en casa cómo a mi padre, agricultor, le tocó relanzar la cooperativa, y te vas motivando e impregnando de todo eso. Me afilié a la UAGA con 16 años, y con 23 ya estaba en la Ejecutiva.

--Se retira de la primera fila. ¿Cómo ve el relevo?

--Hay gente joven capacitada, pero no veo ganas de compromiso, y es un problema grave. No han tenido la necesidad de implicarse para que las cosas funcionen. Han vivido otras circunstancias y muchos creen que no necesitan agruparse. Pero quien tiene producciones de un determinado volumen y debe garantizarse la venta, un lugar donde almacenar lo que necesita para producir, con clima difícil, necesita las cooperativas. Todos tenemos derecho a producir, pero sin la cooperativa a la que pertenezco, dudo de que pudiera ejercer ese derecho. Lo tendría muy difícil, sobre todo en años malos.

--¿A los gobiernos les importa poco este sector?

--Eso solo pasa en España. Importa en los discursos, pero a la hora de la verdad... Y no solo al gobierno, también a la oposición. No digo esto para que se enfaden, sino para que reconsideren su comportamiento. En Madrid he pedido las mismas reuniones que en Aragón. Allí contestan y aquí no. Pienso que es una cuestión cultural, de costumbre, de querer avanzar y a veces eso te hace perder tu identidad. Aragón, excepto Zaragoza, es territorio donde lo único que hay es agricultura, ganadería y medio rural. Renunciar a una red empresarial que dé vida a ese territorio... Porque ya no solo somos productores de alimentos, sino de riqueza, de empleo, de futuro, de ilusión, de esperanza, de sueños. Vemos demasiada sensibilidad a cuestiones más superfluas, pero el verdadero objetivo en estos momentos debería ser actuar de manera urgente sobre el problema estructural que tenemos. Hay que conseguir que las cooperativas cooperen más entre ellas. La grandeza del cooperativismo, su carácter social, hace que a veces tenga que haber otros agentes externos, como los políticos, que nos tienen que ayudar a convencer a esa masa social. Que todo el mundo comunique el mismo mensaje y te dicen que te van a apoyar porque eres imprescindible para la recuperación, eso influye. Sabemos que económicamente hay pocos recursos, pero hay otras formas de ayudar. Por ejemplo, colaboración de las embajadas, algo muy habitual en otros países.

--¿Una asignatura pendiente?

--Me hubiera gustado comunicar con el cooperativista de base. Debemos saber lo que pensamos los unos y los otros. La ley de integración, que está enfocada a potenciar entidades de comercialización conjunta, defiende que no es necesario que desaparezca ninguna cooperativa, ni grande ni pequeña. Otra cosa es que lo que produzcan se comercialice en un ámbito superior que sea capaz de exportar, de hacer una campaña de promoción a nivel internacional... Porque si no tienes una determinada dimensión, no lo puedes pagar.

--Pronto habrá nuevo ministro de Agricultura. ¿Lo ha hecho bien Cañete?

--Aunque ha cometido errores, en general sí. Conoce el sector y eso le ha dado mucha facilidad. A mí me hubiera gustado un reparto de la PAC diferente que hubiera acabado con injusticias incomprensibles, como que cobre quien no produce y quien no tiene actividad ahora. Pero este es más un trabajo de las organizaciones agrarias. Nosotros, como empresas, tenemos que centrarnos más en los apoyos a la competitividad, la reactivación empresarial, la inversión... Cañete nos ha demostrado un apoyo valiente y decidido al cooperativismo con la ley de integración. Y ha impuesto su peso en el Gobierno más de una vez.

--¿Y el consejero Lobón?

--Los equilibrios de poder cuando hay pacto de gobierno son difíciles, porque el consejero no puede elegir a su equipo. Además, el departamento cuenta con pocos recursos y poco apoyo de otras consejerías. Por ejemplo, no sé si Economía es consciente de la situación que hay. Me imagino a Lobón intentando ganarse un céntimo y es como enfrentarse a un Miura. En Aragón se peca de no atender el cooperativismo desde las instituciones políticas como es debido. Por ejemplo, el 2012 fue el Año Internacional de las Cooperativas. Aragón fue la única comunidad donde no se hizo un acto público de reconocimiento en las Cortes. Para mi es un gesto con mucha importancia, que indica que existe una enfermedad grave. Seamos realistas: en Aragón, sin cooperativas, no habría sector agroalimentario. Ya estamos trabajando con el consejero en un plan estratégico de dimensión de las cooperativas de Aragón. Lo importante es que esté acabado en octubre para que se guarde una partida en los presupuestos del año que viene. No queremos ser ambiciosos, sino realistas. Es un plan de cooperación, o de viabilidad conjunta, no de integración.

--¿Cómo ve la situación del país en general?

--Para que la economía española funcione hay que volver a activar toda la actividad productiva desmantelada durante los últimos 40 años. Alguien decidió ser moderno y en los 80 empezaron a decirnos desde las altas instancias de la economía mundial, europea y española que había que cerrar todo lo que produjera, porque no salían las cuentas. Pero para que entre dinero a un país algo hay que exportar, y durante muchos años nos dedicamos a la economía interna. No nos moríamos de hambre porque nos daban crédito, pero de cada 100, 55 era dinero foráneo. Y ahora hay que devolverlo. Se ha confundido contabilidad con economía, y la economía solo es una: la real. De ahí viene el problema. La economía no se estudia, se crea con esfuerzo, con creatividad, con riesgo y con un par de narices, jugándote el tipo. Hay cosas que solo se aprenden viviéndolas y sufriéndolas.