La pelota de la flexibilidad interna en las empresas está en el tejado de los sindicatos y las patronales, según la opinión de los juristas consultados por este diario. A diferencia de otras reformas laborales, esta vez existe unanimidad en considerar que la mejora de los convenios colectivos será un pilar fundamental.

Una de las claves, según destaca Jesús Cruz Villalón, catedrático de la Universidad de Sevilla, es que "la conciliación del trabajo con la familia funciona mal" y que "la negociación colectiva no da una respuesta adecuada a los cambios de ciclo en las empresas". Añade que de nada servirá mejorar las modalidades de contratación y desincentivar los temporales si no se logra una flexibilidad interna satisfactoria para los trabajadores y las empresas.

Una mayor facilidad para que los empleados adapten los horarios a sus necesidades personales redundará, según Salvador del Rey, socio de Cuatrecasas, en un recorte del absentismo.

ADAPTARSE DE VERDAD La reforma laboral en ciernes ha de incluir un cambio profundo en la "anacrónica negociación colectiva", según Rafael Ortiz, socio de Garrigues, con el fin de permitir a las empresas "adaptarse de verdad, y no teóricamente, y de forma permanente a las cambiantes situaciones economicas". El profesor Sandalio Gómez, de IESE, plantea como propuesta concreta la negociación de "un convenio con base cero" si pasan cinco años desde la fecha final de su vigencia, además de reforzar la mediación previa a las huelgas y los servicios mínimos.

El problema radica, según Manel Hernández, de Sagardoy, en que "el escenario normativo sigue pensando en un sistema productivo fabril, que lamentablemente está remitiendo".

La receta del profesor de Esade Carlos Obeso es "ir hacia un modelo de concertación en las relaciones laborales; apostar por el talento (desde el barrendero al ingeniero astrofísico); caminar hacia una cultura empresarial de confianza y reconvertir a los mandos intermedios en directivos".