La Denominación de Origen (DO) Campo de Borja se asoma a una nueva dimensión del mundo de los vinos que puede aportarle un mayor prestigio, fama y, lo que es más importante, ventas. Se trata del concepto terroir, un término francés conformado por el suelo, el clima y la acción del hombre, pero sobre todo la cultura de un lugar. El primer paso para adentrarse en esta filosofía ha llegado con la reciente publicación de una tesis doctoral de la Universidad de Zaragoza realizada por el investigador Miguel Lorente (Jarque del Moncayo, 1949), que ha revelado las características especiales de este territorio vitivínicola.

Todo empezó en el 2012 cuando el propio Lorente propuso al consejo regulador estudiar en profundidad el medio geográfico (zonificación) de este demarcación, que abarca más de 6.000 hectáreas de viñedo. «El objetivo era ver cómo se comporta la vid en los diferentes suelos», explica este ingeniero agrícola ligado al mundo del vino por su larga trayectoria como funcionario de la DGA en la rama de la agricultura.

El estudio, que ha acabado convirtiéndose en tesis doctoral con una calificación cum laude?, se ha desarrollado durante los tres últimos años y ha concluído que en Campo de Borja existen hasta 40 tipos de suelos. De estos, los viñedos se reparten en 21 terrenos diferentes que a su vez han sido clasificados en cuatro terroir. «Unos tipos de suelos dan unos tipos concretos de vino», explica.

Lo novedoso de la investigación es la técnica con que se ha realizado, basada en el concepto terroir que tan buenos resultados ha dado a las grandes denominaciones de vino francesas. «En España no se ha hecho nunca nada así», asegura Lorente. La definición de esas cuatro grandes zonas vitivinícolas, cuyos rasgos originales y diferenciales se han constatado durante tres cosechas consecutivas, se han basado en el análisis de las mistelas (vino dulce) elaboradas con uvas de unas 60 parcelas.

Lorente destaca el alto valor académico del trabajo y «su gran utilidad» para que la DO pueda «valorizar» su producción. «Ahora sabemos qué suelos producen vinos con más color, aroma o diferentes matices frutales», subraya. Anima por ello a las bodegas a desarrollar caldos bajo esta clasificación terroir. «España es el que más vino exporta pero el que vende más barato, No parece la mejor manera de producir», reflexiona para justificar este cambio.