Emilio Saracho asumió la presidencia del Popular el pasado 20 de febrero con el objetivo de enmendar el rumbo de la entidad, después de que el accionista mexicano Antonio del Valle (4,25% del capital) y la coordinadora de los consejeros independientes, Reyes Calderón, forzaran el cese de su antecesor, Ángel Ron. El exdirectivo del Santander, Goldman Sachs y JP Morgan se planteó tres posibles escenarios: tratar de mantener la entidad independiente mediante una venta de activos que pudiera reforzar sus bajos niveles de capital y coberturas, o buscar una venta del banco entero o por partes, algo para lo que el saneamiento previo también podría suponer un primer paso.

Desde entonces ha estado estudiando en profundidad el balance y los estados financieros del Popular para conocer el auténtico tamaño de sus problemas (principalmente, una elevada carga inmobiliaria problemática insuficientemente cubierta por el capital y las provisiones) y preparar un plan. El mercado espera que lo desvele en la junta de accionistas del 10 de abril y en el sector se estima que pasará por la primera opción: recapitalizar el banco mediante la venta de activos y otras medidas para, en un primer momento, mantenerlo en solitario.

PLAN DE SALVAMENTO

«No tiene sentido que haya venido para vender el banco antes del verano. Tiene que hacer un plan de salvamento que sea creíble y, si gracias a ello la acción sube con fuerza, podrá fusionarlo después en mejores condiciones. Ahora está barato, pero los potenciales compradores necesitan saber de verdad cuál es el tamaño del problema y probablemente también querrán un nuevo ajuste de oficinas y plantilla. Para ponerlo en valor, primero tiene que darle una vuelta al banco», apunta un ejecutivo del sector, acertando a resumir el sentimiento general. No parece, así, que haya prisa por hacerse con el Popular a corto plazo. Otra cosa es que Saracho consiga mejorar su situación y de cara al año que viene o el siguiente una posible fusión sea más atractiva.

Los posibles compradores españoles, que apenas son unas pocas entidades debido al tamaño del Popular, están de momento a la expectativa de lo que decida y consiga hacer el nuevo presidente. El Santander no ha realizado ninguna compra durante la crisis en España, pero lleva tiempo diciendo que está centrado en ganar rentabilidad mediante el crecimiento orgánico (sin adquisiciones) y ha defendido que no está interesado en crecer en el país vía absorciones. No es su prioridad, por tanto, pero no se puede descartar que a medio plazo aprovechase su gran músculo financiero para comprar el Popular, cuyo negocio de pymes es objeto de deseo.

El BBVA, por su parte, mantuvo contactos en el pasado con el banco en época de Ron para estudiar una integración, pero tampoco parece motivado a hacer un nuevo movimiento a corto plazo. Las compras que ha hecho durante la crisis en España, Unnim y CatalunyaCaixa, las realizó cuando estas entidades tenían sus problemas inmobiliarios cubiertos, situación que no sucede por el momento con el Popular. Por tanto, lo más probable es que siga a la expectativa. Bankia, por su parte, se ha borrado del proceso, puesto que tiene otras prioridades .

SOPESANDO OPCIONES

El Popular siempre ha estado en el punto de mira del Sabadell. Más concretamente de su presidente, Josep Oliu, quien ha reconocido las conversaciones mantenidas en el pasado con Ángel Ron para buscar fórmulas de una posible integración.