El Banco Popular es una pieza pequeña en el mapa financiero de Aragón. A pesar de ello, el número de empleados que depende de esta entidad sí es elevado: más de 450 personas. Así ocurre porque su plantilla no se ciñe solo a los alrededor de 140 trabajadores que tiene repartidos en las 22 oficinas abiertas en la comunidad. En el polígono Plaza de Zaragoza da empleo indirectamente a más de 350 personas en Iberalbión, el call center que su filial bancaria Wizink (antes Bancopopular-e) adquirió hace un año a Barclays.

Aunque el futuro de este centro de banca electrónica es a día de hoy un incógnita, a la espera de que se conozcan los nuevos planes del Santander, la continuidad del mismo no parece correr peligro ya que trabaja con una línea de negocio emergente y complementaria a las actividades del grupo liderado por Patricia Botín, según explicaron fuentes del sector. WiZink, cuya propiedad se reparte el Popular (49%) y el fondo norteamericano Värde Partners, es un banco especializado en tarjetas de crédito y soluciones sencillas de ahorro (depósitos), complementario a la entidad donde los clientes tienen el resto de sus productos financieros. Esta filial cuenta con un total de 1.200 profesionales, de los que en torno a 350 están en Zaragoza bajo la sociedad Iberalbion, que opera con la fórmula de una Agrupación de Interés Económico. La firma pasó a manos de Wizink en abril del 2016 en el marco del proceso de compra de Barclaycard.

Desde entonces, la actividad del call center se ha visto fortalecida, al asumir nuevos proyectos, lo que ha elevado la plantilla. No en vano, Wizink está considerado como uno de los negocios más rentables del Popular, por lo que en los últimos meses se especulaba con su venta para aliviar las maltrechas cuentas de su matriz. En concreto, gestiona más de 3.300 millones de euros en saldos de tarjetas y 2.900 millones en pasivo de clientes.

Tensión en las oficinas / En la red de oficinas del Popular la inquietud es máxima. «Estamos en la incertidumbre más absoluta. No sabemos qué pasará a partir de ahora con nosotros, si se mantendrá el banco con nombre propio o si habrá un nuevo ERE», explicó ayer Marta Laiglesia, responsable en Aragón de la sección sindical de CCOO, el principal sindicato de la entidad. Esto se produce, apuntó, después de «unas semanas muy duras y tensas en las oficinas por las dudas de los clientes» como consecuencia del desplome bursátil del banco, una tensión que teme que se mantenga por la situación en que quedan los 300.000 accionistas. A nivel laboral, Laiglesia recalcó que el sindicato tratará de velar por el mantenimiento del empleo.

En concreto, el Banco Popular tiene 14 sucursales en la provincia de Zaragoza (ocho de ellas en la capital), seis en Huesca y dos en Teruel. La red comercial en la región quedó así tras el cierre de sies establecimientos a finales del 2016, un ajuste que conllevó la salida de casi 40 trabajadores aragoneses que se acogieron al ERE pactado con los sindicatos.