Mientras que hasta finales del 2014 los llamados analistas de inversión, que no representan mucho más que los intereses de los grandes fondos que manejan las bolsas mundiales desde finales del siglo XX, exigían al Banco central Europeo que tomara medidas para reactivar la deprimida economía europea, ahora actúan en sentido contrario: que no se toque el estatus actual. Confirman así que Mario Draghi tomó las decisiones que esperaban, en forma de dinero a manta hasta septiembre del 2016, con el doble objetivo de conjurar el riesgo de deflación y mantener el tipo de cambio del euro frente al dólar en niveles que ayuden al sector exportador.

El presidente del BCE compareció ayer para confirmar que no iba a variar las políticas expansivas iniciadas el mes pasado, y para alivio de quienes seguían la rueda de prensa desde los mismos corros, tampoco la va a acentuar. Ni aumentará compras de deuda pública o privada ni presionará a los bancos aumentando el precio por acoger sus excedentes de tesorería. En esta tesitura, ayer se conocieron los datos de inflación de Francia y Alemania del mes de marzo, que ha aumentado sin abandonar la zona del cero. Buena señal, para los tiempos adversos que corren. Por contra, desde EEUU se conocieron algunos indicadores básicos sobre el parón de su industria. No obstante, el Dow Jones asimiló el dato sin problemas y se mantuvo alcista. De hecho, el factor dominante para los inversores fue el precio del barril.

El Ibex 35 recuperó un 0,63% hasta los 11.778 puntos.