Irene Gimeno apura sus últimos días como okupa en su propia casa. Sería una más de tantas que van a perder su vivienda por impago, si no fuera porque su deuda no es con el banco, ni siquiera por el casero. Se trata de una financista privada que, según sostiene, la estafó, en connivencia con un director de banca, un notario y a través de su abogado anterior. Su caso no es único, y de hecho las víctimas llevan tiempo constituidas en la Asociación de Estafados Víctimas de las Financieras (Adevif), cuya trayectoria queda reflejada en la web www.estafadoseindignados.es.

Tras apurar todos los trámites legales e intentar acuerdos extrajudiciales, ahora solo le queda esperar hasta el miércoles. "Estoy rezando para que el juez paralice la subasta", explica.

Su caso ilustra bastante bien la mecánica que se repite en estas estafas, cuyo máximo exponente es el empresario madrileño Antonio Arroyo, reiteradamente denunciado por las víctimas. En el caso de Irene Gimeno, a raíz de una deuda anterior de 44.000 euros, un abogado conocido suyo le presentó al director de una sucursal bancaria, que a su vez le explicó que al no tener nómina no la podía ayudar. Pero le presentó a su cuñada, que sí le podía prestar el dinero.

Acudieron al notario, y Gimeno firmó un documento por el que le entregaban 60.000 euros, aunque realmente, cree, --"no me entregaron la documentación"--, solo pagaron su deuda inicial. Por ello se encuentra con una deuda de 60.000 euros, donde antes eran 44.000, y sin que sus presuntos estafadores le cojan el teléfono. "Mi abogado --Fernando Díaz-- se pone en contacto con el de ellos, porque estamos dispuestos a pagar los 40.000 euros, pero no los 60.000. Pero se niegan, explica".

El caso ilustra igualmente lo difícil que resulta que estas estafas sean juzgadas, porque la única prueba del engaño es el documento, y al menos en la mayoría de casos la firma es verdadera. "Soy discapacitada psíquica y en esos momentos pasaba una profunda depresión, se aprovecharon de mí", explica Gimeno. Pero la explicación no ha valido en los tribunales.

"Los documentos están firmados", resume su abogado. "Las estafas existen, y hay mucha gente afectada, pero es difícil de demostrar", lamenta. Para Carlos Javier Galán, letrado que asesora a Adevif a nivel nacional, "hay una clara coincidencia de testimonios, las historias son similares. Aunque el método de estafa parezca burdo, las realizan de forma muy hábil, porque rara vez quedan pruebas. Pero han cometido algún error, se les ha escapado algún documento", confía. Lamentablemente, en el caso de Gimeno parece que lo dejaron todo bien atado.