Más de una década de pruebas y ensayos avalan su tesis: es mentira que el maíz transgénico logre mayor producción que el convencional. Incluso con este se ahorra más agua gracias a una siembra más temprana, en marzo, para cosecharlo a principios de septiembre. Así también se corrigen las plagas del temible taladro, además de lograr mejores precios con su venta. Para demostrar esta rentabilidad global nació la Asociación de Amigos de Maíz de Consumo Humano.

Impulsada hace unos meses desde la Cooperativa Joaquín Costa y La Litera de Binéfar, este grupo fomenta la producción por medio de métodos convencionales y sistemas respetuosos con el medio ambiente, así como la conservación y depuración de la semilla de alfalfa Aragón. "Lo que proporciona mayor rentabilidad es el hibridaje --mezclar dos variedades--, no la manipulación genética", defiende el presidente de la asociación, Juan José Mallén. "Además, la técnica ya es obsoleta porque la propia evolución de la biología ha demostrado que un gen no es determinista, sino que cambia dependiendo de su entorno", argumenta.

Toda la producción de esta cooperativa oscense --en torno a 18 toneladas la última cosecha-- se vende a la planta zaragozana de Syral (antigua Campo Ebro) para la fabricación de almidones y glucosas destinados a la industria agroalimentaria. Este tipo de maíz se emplea para dar cremosidad a los yogures, por ejemplo, o textura a los helados. "No tiene nada que ver con el que se come cocido en ensaladas, frito o el de las palomitas", explica Mallén.

El Departamento de Agricultura del Gobierno de Aragón contabiliza las hectáreas dedicadas a cada variedad mediante la declaración de la PAC que realizan los campesinos. De las 60.758 registradas en el 2012, casi el 57% se declararon de maíz convencional. "Desde el 2007 venimos observando un descenso de transgénico", afirma Mallén. El Ministerio de Agricultura, por su parte, basándose en la cantidad de semillas vendidas, señala que Aragón (con el 35,83%) y Cataluña aglutinan más del 60% de la superficie potencialmente sembrada con semillas de esta variedad de maíz.

Según estas estadísticas, publicadas el pasado mes de octubre, tanto la superficie total cultivada con maíz como el área estimada de siembra de este cereal modificado genéticamente "han experimentado fluctuaciones en los últimos 14 años, sin una tendencia de crecimiento o decrecimiento constante". No obstante, mientras que en el 2012 el número de hectáreas cultivadas con maíz en Aragón sería inferior al de 1998, la superficie estimada de siembra de maíz modificado genéticamente "triplicaría" a la de entonces, con unas 41.000 hectáreas.

Los cultivos transgénicos están prohibidos en países como Italia, Francia, Alemania, Bélgica o Austria. Una nueva normativa europea establece que las regiones (comunidades, comarcas..., según el caso) ya pueden solicitar zonas libres de transgénicos (antes dependía del Gobierno central) y el objetivo de la asociación es reunirse con los grupos políticos de la comunidad para plantear esta opción.