Los gurús siempre han tenido hueco en las teorías económicas. En tiempos de crisis se desborda el número de premios, doctores, expertos y algún aficionadillo que campan de país en país, de congreso en congreso y de foro en foro, disertando sus teorías con más o menos acierto pero todos intentando ser impactantes allí donde disertan. Quién no recuerda hace unos meses al premio nobel Paul Krugman arremetiendo en España contra el optimismo de Rodríguez Zapatero sobre la salida de la crisis; o el teórico Joseph Stiglitz que recordó a finales del 2008 que los bancos estaban dando ya créditos sin parar en Europa; o el aragonés Leopoldo Abadía, que aún triunfando con sus argumentos sobre la crisis Ninja, también ha tenido golpes poco afortunados. Es su momento.

El indú Pankaj Ghemawat, otro gurú de la economía, estuvo esta semana en Zaragoza y habló de exportación. Cameló a los aragoneses hablando mucho de Aragón, e incluso jugando con la palabra Pilar. Y ante la sorpresa de todos dijo que la empresa española está poco internacionalizada y que además no hay que irse lejos sino a mercados cercanos, como Francia o Portugal. Claro que otros, en los talleres del congreso Exporta 2009 dijeron que no había que tener miedo a ir a países lejanos, sudamericanos, asiáticos e incluso Sudáfrica o Australia, porque el negocio solo está allí donde un empresario empiece a trabajar con ahínco, dinero y con un poco de acierto.

Así son los gurús, que cuentan teorías que a veces parecen simples pero que ocultan una visión aguda, y otras veces entrañan una lógica aplastante aunque hasta llegar a ella haya que escuchar sonetos atípicos.