Este es el problema al que se enfrentan los países europeos endeudados. Para entender, en parte, la crisis de la deuda, pongámonos en ese lugar, el de los que manejan el dinero.

Si se ha dado una respuesta positiva, la principal razón será por la rentabilidad que se espera conseguir. Si ha dicho que no, será porque: 1) el interés es bajo; 2) no se fía de que se lo devuelvan; 3) le cae mal Berlusconi. (En eso no se fijan los mercados financieros ni los votantes.)

Si nos quedamos con la segunda de las razones, nos preguntaremos por qué tenemos dudas acerca de la devolución ¿De qué dependen las posibilidades de devolución de la deuda de un estado? De sus ingresos y de los gastos en los que incurre. Es decir, depende de los impuestos y del gasto público. Ambos están muy relacionados con el ciclo económico pero en sentido inverso: en la fase expansiva, aumentan los ingresos y se reduce, proporcionalmente, el gasto; en la etapa recesiva, caen los ingresos y se incrementa el gasto.

AHORA, el consumo público y privado, la producción y el empleo, de los países desarrollados están contraídos y estancados. Es decir, no hay apenas crecimiento económico y sin crecimiento los ingresos públicos caen, hasta el extremo de que aún reduciendo el gasto, el déficit y la deuda se incrementan. El problema se agranda cuando, para reducir esa deuda y el déficit, tenemos que aplicar recortes en el gasto público: se reduce el crecimiento y por tanto los ingresos. El problema se transforma en un circulo vicioso. Es un doble problema, de ida y de vuelta. No se puede plantear la solución del crecimiento sin tener en cuenta la deuda y viceversa. Con todos los respetos académicos e intelectuales, la política de expansión del gasto que propugna Krugman, que se incorpora en buena medida en el plan Obama, para estimular el crecimiento, en una versión bastante cercana al keynesianismo, no puede funcionar.

Todo el dinero que se eche en la economía va a pagar deudas que pesan como una losa, tanto en el sector privado como en el público. Es un dinero que va al ahorro y no al consumo o la inversión y, por tanto, sus efectos estimuladores son mínimos. ¿No lo estamos viendo? Con la máquina de hacer dinero, con los tipos de interés bajo mínimos, ¿cuál es el crecimiento en EEUU, en la UE o en Japón?

Según Krugman, esta política no tiene efectos porque los estímulos son escasos y limitados pero prefiero la opinión de Rogoff: simplemente, la deuda no se puede pagar. La deuda hay que reducirla por los diversos procedimientos posibles. La reducción de su valor debería ser soportado por los prestamistas irresponsables o los que se equivocaron en sus inversiones. Existe algo que se llama riesgo en la economía capitalista.

Si, ya sé el efecto sistémico de los mercados financieros, el efecto contagio, la instanteneidad de cómo se mueven los mercados financieros, de los problemas para los países que siguen necesitando prestamos. Mi opinión sería que funcionase entonces la máquina de hacer dinero. En esa situación si que serían efectivas las políticas de estímulos al crecimiento porque el dinero se aplicaría a la inversión y no se retendría para atender deudas sin ponerlo en circulación.

Las propuestas Obama, Krugman, eurobonos, etc. y las políticas actuales del Banco Central Europeo o de la Reserva Federal Americana no asumen la realidad de una burbuja financiera. Si la casa de uno ha perdido valor, si no tiene ingresos porque está en desempleo o si las empresas venden menos y tiene menos beneficios, ¿porque los activos financieros siguen teniendo el mismo valor en papel? Si nuestras casas valen menos y somos más pobres, los prestamistas, los bancos también tienen que ser más pobres. Pero no por obligación sino por una situación real de que no van ganar tanto dinero y de que los activos reales sobre los que se soportan los financieros no valen tanto. Aceptar esta realidad es tocar el suelo de la crisis para salir de ella.

IMAGINEMOS que Grecia suspende pagos y que un banco francés es acreedor del estado griego. Si lleva a la quiebra del banco francés, podría ocurrir: los dueños del banco han perdido su dinero, el estado se hace cargo, mete dinero y comienza a dar préstamos a empresas y economías domésticas. Aquí empezaría la rueda del crecimiento.

La situación es muy complicada y no hay precedentes. Las dudas y el desconocimiento de los resultados de las medidas de política económica están más que justificados. Pero el Apocalipsis que se anuncia tras las suspensiones de pagos o las quitas se me representa la amenaza de la Madre de todas las Batallas de Sadam para mantener los privilegios de determinadas oligarquías: amenazas y humo que se lanzan desde los sectores económicos. ¿Qué queda de la quiebra de Lehman Brothers?

Si no se dan las condiciones anteriores, yo no prestaría dinero a Italia, aunque no haya suspendido pagos prácticamente desde que se fundó.

jmlasie@unizar.es