Veinte meses después de entrar en concurso de acreedores, el fabricante de carrocerías Leciñena solicitó ayer su liquidación voluntaria al Juzgado de lo Mercantil número dos de Zaragoza, que tramita esta suspensión de pagos. Al contrario de lo que pueda parecer, este proceso no va conllevar el fin de su actividad, sino todo lo contrario, según aseguraron ayer fuentes de la empresa, que tiene su fábrica en Utebo y emplea actualmente a 70 trabajadores. "No se busca el cierre de la compañía, sino salvaguardar y garantizar su viabilidad", apuntaron, lo que pasará por la entrada de un nuevo socio.

El objetivo, aseguran, es desprenderse de sus activos improductivos para dejar la compañía "saneada y liberada de todo aquello que es ajeno a la fabricación". Y lo que es más importante, Leciñena pretende reestructurarse para "permitir que fructifiquen las negociaciones con diversos inversiones" que se vienen manteniendo en los últimos meses. Desde la industria, no obstante, no aporta detalles sobre esa posible operación corporativa ni aclara qué empresa está interesada en comprarla.

La entrada en la liquidación es un "paso obligado" legalmente al no haber podido llegar a un acuerdo con sus acreedores para el pago de sus deudas. Pese a ello, esto no supondrá el fin la empresa, ratificaron dichas fuentes, que insisten en que se trata de una "forma de reestructurarse orientada a salvar la actividad productiva".

A PLENO RENDIMIENTO

Lo cierto es que, pese a encontrarse en concurso de acreedores desde enero del 2014, Leciñena no ha dejado de funcionar. Actualmente, trabaja a pleno rendimiento y con la previsión de acabar el año con un incremento de ventas del 60% respecto al pasado ejercicio. "Hay pedidos y el mercado está repuntando", afirman.

Los gestores de Leciñena están convencidos de que con la operación en ciernes y la llegada de inversiones, la empresa podrá elevar aún más su facturación ya que en estos momentos su capacidad financiera está limitada por el proceso concursal. Destacan asimismo que la empresa está al corriente de todas sus obligaciones con la plantilla, a la que durante algún tiempo dejó de pagar nóminas.

"La situación de la empresa es ahora mucho mejor que cuando entró en concurso", indicaron. Entonces, el pasivo de Leciñena se estimaba en 40 millones de euros, aunque la propiedad ni confirmó ni desmintió esa cifra. La compañía, además, aplicó un ERE por el que despidió a la mitad de sus 130 trabajadores.