En la sexta planta del Edificio Beatriz, sede central del Banco Popular que pilotaba Luis Valls Taberner hasta el martes, hay una foto que, durante casi 20 años, Valls ha mostrado orgulloso a sus invitados. Se trata de un retrato de Antonio Gutiérrez, el entonces jovencísimo secretario general de CCOO, el sindicato comunista.

La foto seguía allí el miércoles pasado, cuando Valls bajó a la planta baja a despedirse de los periodistas. Durante años, cientos de veces, la anécdota del retrato dedicado por el joven sindicalista y comunista a un presidente de un gran banco, que además nunca ha ocultado su pertenencia al Opus Dei, sirvió a Luis Valls para dejar claro su talante y su apuesta por la democracia cuando los ecos del 23-F no se habían diluido.

Allá por 1987, CCOO intentaba organizar un seminario sobre el Mercado Común. "Queríamos difundir nuestra vocación europeísta, pero no teníamos ni un duro para pagar un local donde montar el seminario. No recuerdo quién nos sugirió que pidiésemos a Luis los locales del Banco Popular. Nos los prestó, a cambio de que yo le firmara esa foto. Vino con la revista en la mano, donde había salido la entrevista, y se la dediqué", recuerda Gutiérrez.

"Es un tipo muy culto y hemos compartido interés por la pintura, por la literatura...". Y más allá, según el hoy diputado del PSOE por Madrid. Han llegado a intercambiar gustos por "la física teórica, las partículas elementales, las matemáticas o la astronomía..."

Valls tuvo más gestos con CCOO y su secretario general. Ayudó a salvar un pueblo, Morillo de Tou (Huesca), que estaba en la zona afectada por la Confederación Hidrográfica del Ebro. CCOO hizo un trabajo de rehabilitación del municipio, con iglesia incluida, y había que salvar tanto esfuerzo. Pero, una vez más, no había dinero. Gutiérrez pidió ayuda otra vez a Valls. "Tenía que ser una ayuda a título individual, un gesto personal, algo filantrópico, porque él mismo reconoció que aquello era algo ruinoso. Nos concedió un crédito blando al 8% de interés, cuando los tipos estaban por encima del 20%".

Más allá de los gestos, Antonio Gutiérrez guarda en la memoria la relación con una persona "que pese a ser del Opus Dei, y sabiendo él que yo soy un ateo confeso, hemos mantenido una relación entrañable. He admirado muchas veces su calvinismo para el trabajo. No parecía del Opus en este aspecto. Y su discreción. Con los empresarios que hacen alarde de su riqueza, Valls siempre ha preferido estar en segundo plano".

El exsecretario general del CCOO recuerda una parte de la legendaria astucia que se ha atribuido al banquero. "En alguna ocasión dependiendo del perfil del periódico o del periodista que tenía enfrente, se inclinaba por un tipo de comentarios u otro. Era astucia y también tolerancia y respeto".

Y Gutiérrez sentencia, convencido, que Luis Valls Taberner además del último banquero de los siete grandes, es uno de esos históricos personajes que encarnó la tolerancia de la transición española.