Cuatro meses. Día tras día. Puerta a puerta de aseguradora. Carme Benet protagonizó un auténtico periplo desde septiembre del 2001 hasta enero del 2002, tras el fallecimiento de su exmarido. "Yo imaginé que, como responsable de traumatología de un hospital de Barcelona, debía de tener un seguro. Lo tienen todos los médicos", explica esta vecina de Són, Alt €neu (Pallars Sobir ). Gracias a ella, y cinco años después, en unas semanas fructificará el registro único de seguros de vida.

Con solo un supuesto como motor, Benet se dedicó a "peregrinar" por aseguradoras en Barcelona en busca de un seguro. Entonces, y todavía hoy, no hay forma de averiguar si una persona es o no beneficiario de un seguro de vida, si el titular no lo ha advertido. Las compañías no tienen la obligación de comunicarlo y, tras cinco años desde el fallecimiento del titular, caduca el derecho a cobrar.

Las incansables gestiones de Carme Bonet tropezaban con otras trabas. Las relaciones con su exmarido, "que en 1994 desheredó a sus hijos en favor de su nueva esposa", --lo que acabó en otra reclamación que ganó-- no facilitaba la comunicación. Como tampoco las que mantenía con la segunda esposa del fallecido, que "cobró el seguro de vida y no avisó de que los tres hijos eran también beneficiarios". La muerte --se ahogó en L´Escala (Alt Empord --, se ajustaba a la cobertura del seguro.

Benet no cejó en su empeño. Y, gracias a la información que le facilitó la correduría UBK, su esfuerzo fructificó. "Una vez localizada Winterthur, que era la aseguradora, no puso reparos en pagar", recuerda. Sus tres hijos (dos chicos y una chica) cobraron los 11 millones de pesetas (66.110 euros) que les correspondían a cada uno. Con ese dinero compraron un apartamento en Lleida para vivir durante su etapa de estudiantes.

No fue el único resultado de la persistencia de Benet, ya que el relato de su peripecia a través de una carta a la comisión jurídica asesora del Parlament acabó en las manos del entonces diputado del grupo Socialistes-Ciutadans Pel Canvi, €lex Masllorens. Este promovió una proposición no de ley para instar al Gobierno central a crear un registro único de seguros de vida. Así, Benet se convirtió también en madre o, al menos, en inspiradora, de una iniciativa legislativa.

La propuesta recibió un aval mayoritario en noviembre del 2002 y el entonces senador de la Entesa Catalana de Progrés, Ramon Espasa, logró que se votara en el 2003 en la cámara alta. Pero tropezó con la negativa del PP, que adujo problemas técnicos. Finalmente ha sido en la actual legislatura cuando se ha aprobado la ley del registro, cuyo reglamento será aprobado en breve por el Gobierno.

En el nuevo censo se incluirán los millones de seguros que cubren el fallecimiento del titular como contingencia principal o accesoria y que tienen a terceros como beneficiarios. Esto abarca desde el seguro de vida tradicional hasta los ligados a tarjetas de crédito. El catálogo es tan diverso que Benet aún duda si ha "dejado escapar alguna otra póliza" por desconocimiento. "Yo soy muy tozuda y acabé encontrando un seguro. Pero estoy convencida de que hay muchas personas que se quedan sin cobrar", sentencia. El registro será un instrumento para solventar esta problemática.