La industria inmobiliaria de lujo vuelve a poner sus ojos en la Costa del Sol tras años de parálisis por la crisis económica. Un fondo inversor inglés, Round Hill Capital, destinará 250 millones de euros a una promoción de viviendas de alto standing en una parcela de 50 hectáreas situada en el área metropolitana de Marbella (Málaga). Se trata del primer proyecto en España de la firma, uno de los mayores propietarios de suelo extranjero en Europa. Según detallaron, desde su creación este fondo ha invertido más de 6.000 millones de euros en activos inmobiliarios en todo el continente y ha adquirido más de 100.000 apartamentos.

El temor a los efectos del brexit no han disuadido a los inversores de seguir adelante con el proyecto, aunque desde Round Hill Capital conceden que muchos británicos han dejado de venir a la zona no tanto por los efectos políticos sino por la devaluación de la libra. El referéndum británico pilló ya con el terreno adquirido, por lo que las miras se han trasladado ahora a compradores del norte de Europa, muy interesados en los atractivos y el clima del sur de España.

El terreno en el que se construirán las 600 viviendas que conforman Palo Alto, desarrolladas en 10 fases, pertenecía a la Sareb (el denominado banco malo) hasta que Round Hill lo compró hace un par de años por 30 millones de euros, según detalló ayer uno de los promotores, el arquitecto Matías Villarroel. La historia de la parcela se asemeja a la de muchas iniciativas inmobiliarias españolas de los últimos años. Un proyecto calificado para una gran cantidad de viviendas al calor de boom urbanístico pero que, tras el pinchazo del ladrillo, no se terminan de construir o incluso tienen que devolver la licencia solicitada, según detalló el alcalde de Ojén (Málaga), José Antonio Gómez, en cuyo término municipal se ubica el terreno.

Nuevos emplazamientos

Esta ubicación se ha convertido además en uno de los grandes atractivos para los inversores inmobiliarios de obra nueva, después de que el Tribunal Supremo anulara hace un año el Plan de Ordenación Urbanística (PGOU) de la ciudad de Marbella al entender que este no era el instrumento al que le competía regularizar la situación de los inmuebles ilegales construidos durante la época de Jesús Gil. De esta manera, el urbanismo de la ciudad ha vuelto al mismo punto que hace 30 años.

Mientras la ciudad reanuda su modelo urbanístico, los promotores y arquitectos señalan la lentitud en lograr licencias de obra en Marbella, de ahí que se haya tenido que buscar terreno en los aledaños, donde los trámites son mucho más rápidos.