Son mayoristas y ellos sí limpian pescado. Y mucho. Solo el año pasado distribuyeron 988.000 kilos de producto fresco y congelado a sus más de mil clientes de la provincia de Huesca y Zaragoza. La firma oscense La Coruñesa, cuyos orígenes se remontan a 1922, ha resistido los envites de la crisis y el año pasado consiguió facturar seis millones de euros, medio millón más que en el 2013. La recesión, no obstante, pasó factura a esta empresa de 22 empleados tras golpear con fuerza a la hostelería, que representa una parte importante de sus ventas. De hecho, entre 2007 y 2011 su actividad llegó a caer un 20%. "Ahora hemos recuperado el terreno perdido y en 2015 creceremos el 10%", subraya el gerente de La Coruñesa, José Luis Sierra, que prevé crear cinco empleos a corto plazo.

El crecimiento de los últimos años, basado sobre todo en la incorporación de nuevos clientes de la capital aragonesa, ha llevado a la compañía a cambiar de sede. La distribuidora de pescado fresco y productos congelados más importante de Huesca ha invertido 1,5 millones de euros en sus nuevas instalaciones del polígono Monzú, que, con 1.400 metros cuadrados de superficie, le permitirán duplicar su capacidad de almacenamiento.

La Coruñesa se creó en 1922 como una pequeña pescadería de la plaza López Allué que poco a poco fue creciendo hasta contar con tres sucursales. Sin embargo, la firma no dio el salto hasta que doce pescaderos de la ciudad la adquirieron para unir fuerzas en materia de distribución. "En esa época no era tan fácil abastecerse como ahora; había que bajar a diario a Zaragoza y, además, de esta forma, conseguían mejores precios al comprar más volumen", explica Sierra, que apunta que la empresa sigue en manos de cinco de esos doce socios iniciales.

Volcada en la hostelería

La compañía, que a finales de la década de los 90 empleaba a unas 15 personas y facturaba en torno a 1,5 millones de euros, empezó a crecer con más fuerza cuando se enfocó hacia el sector de la hostelería. Hace unos 25 años, las ventas a pescaderías representaban un 70% de la facturación, mientras que ahora apenas llegan al 25%. Comercios, restaurantes, hoteles, empresas de cátering, supermercados, hospitales y colegios completan su listado de clientes. "La clave ha sido adaptarnos siempre a sus necesidades; la restauración, por ejemplo, nos pide sobre todo que el género llegue muy limpio", comenta Sierra.

De hecho, el manipulado y la elaboración de pescado fresco para la hostelería se ha cuadruplicado en los últimos años. "También hacemos fileteado y no descartamos probar con los envasados al vacío", añade Sierra, que apunta que el futuro pasa por "alargar la vida del producto".

Sus más de mil referencias (en torno a la mitad son productos congelados) proceden de distintas partes del mundo, como el salmón noruego o el bogavante de Canadá, aunque en su mayoría es pescado fresco de origen nacional. "Fundamentalmente compramos en Galicia y Asturias; nuestra actividad en Mercazaragoza es residual", señala Sierra, que concluye que su plan de negocio pasa por elevar su cifra de negocio en casi dos millones de euros de aquí a cinco años.