El estadio de San Mamés de Bilbao, el metro de Marsella o el lujoso hotel Four Season en Bahrein se iluminan con luces aragonesas. Son algunas de las instalaciones y edificios de medio mundo que cuentan con luminarias de alta especificación técnica producidas por Airfal desde Villanueva de Gallego. Esta empresa familiar aragonesa, que vende a más 60 países, ha sabido hacer frente a la crisis a base de esfuerzo, especificación y apuesta por el mercado exterior.

Fundada en el 1985 por Fernando Ariza Longás, Airfal está hoy en manos de sus hijos (Ester, Marta y Fernando), una segunda generación que ha adaptado la empresa a los cambios del mercado. Desde el 2008, la compañía está ubicada en el polígono San Miguel, donde cuenta con 8.000 metros cuadrados y una plantilla de 27 trabajadores, además de generar un buen número de empleos indirectos. Su producción anual ronda las 30.000 unidades, con múltiples referencias para los sectores industrial, comercial y residencial que van desde los 5 a los 1.000 euros.

La crisis no ha pasado desapercibida en este negocio y se ha llevado por delante a muchos de sus competidores en España y Europa debido principalmente a la vinculación de esta actividad con el maltrecho sector de la construcción, pero también por la fuerte competencia de los países asiáticos. Un contexto adverso en el que Airfal no solo ha conseguido sobrevivir, sino que además crece con fuerza.

La receta para conseguirlo no es otra que la diferenciación y el valor añadido de sus productos. Así, Airfal comenzó en el 2007 a especializarse en fabricar luminarias muy técnicas (estancas, herméticas, de atmósfera explosiva, para emergencias), al tiempo que apostó por internacionalizarse. "Hemos cambiado nuestros modelo de negocio y nos hemos decantado por la rama más técnica del sector, lo que nos ha permitido hacer frente al riesgo China", explica Ester Ariza, socia de la compañía y responsable de Márketing.

Responsabilidad social

La personalización del producto es otro de sus distintivos. "Trabajamos mano a mano con ingenieros y arquitectos para hacer un proyecto y desarrollar soluciones lumínicas ad hoc, una flexibilidad que no todas las empresas pueden ofrecer", destaca.

La fabricación de las luminarias se efectúa íntegramente en España con un sistema que aúna efectividad y compromiso social. Y es que, el 70% del montaje de los productos se realiza fuera de la planta, en talleres ocupacionales que favorecen la integración laboral de personas con discapacidad o en riesgo de exclusión. Atades Huesca o la Fundación Rey Ardid son algunas de las entidades con las que colabora Airfal en este cometido.

Los resultados revelan que la estrategia ha funcionado. El 55% de la facturación procede ya del exterior, siendo Francia su principal mercado en el extranjero. Esta vocación exportadora no ha surgido por casualidad, pues estaba presente en el ADN de la empresa desde sus inicios: "Mi padre ya vendía a Bangladesh o Singapur en aquellos años".

En paralelo, la facturación de Airfal ha crecido en torno a un 14% en los dos últimos años, llegando a casi 6 millones de euros en el 2014. Este empuje le ha permitido contratar a cuatro personas en los últimos tiempos. "No nos podemos quejar. Sufrimos la caída del mercado nacional por la crisis pero se cubrió con más exportaciones", subraya Ester Ariza.

Inyección de plásticos

El colofón a esta trayectoria llegó hace dos meses, al conseguir el Premio a la Excelencia Empresarial 2014. Las perspectivas de futuro son también alentadoras. "Estamos metidos en grandes proyectos tanto en el extranjero como en España, con lo que somos optimistas". Este año, prevén elevar sus ventas el 11%. "Queremos seguir haciendo un crecimiento orgánico ordenado y generar más empleo", sostiene Ester.

Por si fuera poco, las propietarias de Airfal se han embarcado en otro proyecto en plena crisis: Tplastic, una empresa de inyección de plásticos en cuyo capital han entrado con un 20%. La firma, que cuenta con 10 trabajadores, promete dar nuevas alegrías.