El gigante de los videojuegos Nintendo se ha estabilizado en Bolsa tras desinflarse el fenómeno Pokémon GO, un mes después del lanzamiento del juego para "smartphones" que llegó a duplicar el valor de la emblemática compañía nipona.

El precio de las acciones de la histórica compañía nipona bajó hoy un 2,4 por ciento hasta los 20.715 yenes (184 euros/205 dólares) tras haber logrado avanzar tímidamente en las tres últimas jornadas.

Esto sitúa los títulos de Nintendo un 44 por ciento más caros que los 14.380 yenes (128 euros/142 dólares) en los que cerró el 6 de julio, fecha de lanzamiento de Pokémon GO, pero muy por debajo del 120,9 por ciento que llegó a acumular en su mejor momento.

El reconocimiento por la compañía de Kioto de que a pesar de la locura generada la aplicación iba a tener un impacto limitado en sus cuentas fue el punto de inflexión en un mes histórico para la creadora del icónico Mario.

La progresión de la compañía en Bolsa fue espectacular en los días siguientes al debut mundial en Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda del juego para teléfonos inteligentes, que acumula ya más 75 millones de descargas en unos 35 países.

Tres sesiones después, el 11 de julio, cuando el juego para móviles copaba las portadas de medio mundo por sus cifras récord, las aglomeraciones masivas de jugadores y las anécdotas curiosas, las acciones se dispararon un 24,5 por ciento.

Fue su mayor avance intradía desde 1983, cuando comenzó a cotizar en Tokio.

Nintendo vivió su momento culmen cuando el 19 de julio sus acciones se apreciaran hasta los 31.770 yenes (282 euros/314 dólares), su mayor nivel en más de seis años y más del doble con respecto a la fecha del estreno del juego.

Su capitalización también se duplicó hasta superar los 4 billones de yenes (unos 35.540 millones de euros/39.590 millones de dólares) en apenas una semana y media.

El 22 de julio, el mismo día que la aplicación llegaba a Japón y conseguía de manera inmediata 10 millones de descargas, la creadora de franquicias como "The Legend of Zelda" publicó un comunicado en el que minimizaba los efectos del fenómeno mundial en sus cuentas.

En la siguiente sesión de la Bolsa de Tokio sus títulos se desplomaron un 17,7 por ciento.

Los inversores se dieron cuenta de que el juego no era la gallina de los huevos de oro que creían y el precio de las acciones comenzó a estabilizarse.