El dinero en efectivo resiste a pesar del auge del comercio electrónico y de los nuevos sistemas con billetes y moneda virtuales. Las facilidades para realizar operaciones con tarjetas, teléfonos móviles, relojes inteligentes y otros dispositivos no ha conseguido dañar la vigencia del tradicional dinero en efectivo como medio de pago, que perdurará en el tiempo y aguantará el desafío on line, según un estudio realizado por el Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada.

Pese a la «cruzada» en buena parte de la UE contra el billete de 500 euros, iniciativas de países como Dinamarca para eliminar el dinero físico, las medidas para limitar el montante de pagos en efectivo y la percepción social de que quienes manejan billetes son sospechosos de actividades irregulares, el estudio dice que el uso del dinero en efectivo «superará todos los embates».

El vicepresidente ejecutivo del instituto, Jesús Sánchez Lambás, asegura que este estudio pone de manifiesto la necesidad de que todas las administraciones financieras analicen con mucha prudencia cualquier decisión que afecte a la gestión del dinero físico. Entre los argumentos de la investigación, se encuentra la permanencia del dinero en efectivo en el mercado financiero mediante su papel como elemento de compensación en la distribución de la riqueza.

Según el informe, el uso exclusivo del dinero de plástico o de los pagos on line exige una bancarización total de las sociedades en las que se aplican, lo que excluye a enormes núcleos sociales que viven ajenos a esa exigencia. De esta manera, el dinero en efectivo garantiza la inclusión financiera.

El instituto también recuerda los análisis que señalan que el desarrollo de la telefonía móvil y su expansión desde la telefonía fija se sustenta en el uso de efectivo, ya que disponer de teléfono fijo suponía tener una cuenta bancaria desde la que abonar su uso, mientras que cualquiera puede comprar con billetes un terminal móvil y contratar tiempo de uso.