Como presidente del comité organizador de la FIMA, Jaime Hernani ha sido el encargado de liderar todo el trabajo de coordinación de la feria. El también director general de la Asociación Española de Fabricantes-Exportadores de Maquinaria Agrícola (Agragex) se mostró «muy satisfecho» y «orgulloso» de poder colaborar con un certamen «histórico».

-Las expectativas de la FIMA 2018 eran buenas y se han cumplido. ¿Cuál es su balance?

-Cuando cerramos la edición del 2016 pensábamos que ya habíamos tocado techo y que no se podía crecer más. Nos equivocamos porque hemos vuelto a batir todas la marcas y se han cumplido con creces las expectativas dando lugar a la mayor FIMA de la historia. Todas las cifras demuestran el gran interés de los fabricantes extranjeros por el mercado español. Los once pabellones de la feria ya se están quedando pequeños para albergar la FIMA...

-Qué sensaciones le han transmitido los expositores en cuanto a operaciones de venta?

-Estos últimos días he estado con muchos expositores y la gente está muy sorprendida porque otros años hemos tenido muchos visitantes que venían de miranda. En esta edición los fabricantes están más contentos y con muy buenas expectativas porque se ve al agricultor con alegría. Viene con ideas claras y con preguntas concretas. A eso también ha ayudado las misiones comerciales que hemos realizado. Por ejemplo, hemos traido a 57 empresas de África. También las lluvias de las últimas semanas animan a que la gente se decida definitivamente a renovar sus equipos. Ahora solo falta que suban un poco los precios del cereal y de las hortalizas para darle más esperanza a los profesionales y que aumente su optimismo.

-Usted también es director de Agragex. ¿La recuperación ha llegado definitivamente al sector?

-El 2017 lo cerramos con una subida del 10% respecto al 2016 y hemos superado los 2.300 millones de euros de exportación de maquinaria y equipamiento de origen español. Lo mejor ha sido la recuperación del mercado europeo, sobre todo del francés. Nuestras ventas al país vecino crecieron el año pasado un 14%. Lo único malo ha sido que el dólar no ha ayudado y eso ha hecho que las ventas a América Latina se hayan resentido. Además, la sequía en el norte de África, donde también vendemos mucho, ha hecho que las cifras del 2017 no sean todavía mejores. Con todo, hay que tener en cuenta que lo importante es que Europa funcione bien, porque dos tercios de nuestas exportaciones se realizan en el viejo continente.

-¿El mercado ya está al nivel de antes de la crisis?

-No estamos lejos. Si este año nos ayuda un poco el dólar podríamos llegar a cifras del 2007 o el 2008, porque la exportación es vital para el sector.

-¿En España también perciben más alegría?

-No se notaban tanto optimismo en los años anteriores. Además, los profesionales tienen cada vez más claro que deben producir con más tecnología y comprar maquinaria más sofisticada para mejorar su productividad.

-La FIMA redobla su apuesta por la innovación y la tecnología en cada edición.

-Es una pata fundamental. Siempre hay novedades y debe seguir siendo así. La clave es que la tecnología ayuda a hacer todo más cómodamente y más barato. Aunque no comparto esa manía de algunos de hablar del tractor sin conductor y de que el agricultor puede quedar en un segundo plano. Su figura es insustituible e imprescindible.

-Este año han vuelto a registrarse atascos importantes.

-Lo único que hay que mejorar son los accesos. En otras ferias en Alemania, Francia o Italia también hay atascos. Son inevitables cuando en un sitio juntas a 50.000 personas, pero quizá lo que sí se puede es habilitar más salidas y entradas a la feria y mejorar los accesos.

-¿La FIMA tiene algo que envidiar a esas ferias que se celebran en Europa?

-Para nada. Además esta feria también busca diferenciarse porque está muy enfocada a la maquinaria de tamaño mediano para cultivos que se dan mucho en el arco mediterráneo, como la viña, las hortalizas y fincas no tan grandes.

-¿Le augura una larga vida a la FIMA?

-Absolutamente. Es una feria totalmente asentada y ahora mismo es insustituible. Todo el mundo quiere estar aquí. Eso sí, creo se debe seguir apostando por los años pares y por el mes de febrero.