Cesar Hinojosa y Jorge Casas tienen un lema en el trabajo: "Trabajar con gente buena y con buena gente", afirman mientras sueltan una sonrisa cómplice. Estos dos jóvenes de Teruel tienen 32 años, sus padres son funcionarios y sus hijos tienen la misma edad, algo más de un año. El perfil profesional de ambos es claramente técnico. Así, César es ingeniero informático, mientras que Jorge estudió telecomunicaciones, pero los dos se conocen desde muy pequeños, de su etapa del instituto. Estuvieron en el mismo campus y compartieron algún aula ¿Sus aficiones? La familia y el deporte. Parecen, en definitiva, almas gemelas. Su historia es como un puzzle que encaja con solo mirarlo. Y quizá, esa empatía, sea uno de los grandes secretos del éxito de la empresa que pilotan desde el año 2004. La opinión del otro cuenta y sirve de contrapeso para buscar un equilibrio en la toma de decisiones dentro de la empresa. El resto, lo da el día a día y la capacidad de adaptarse a la realidad, conscientes de que una de las virtudes de Iternova es la flexibilidad para adaptarse al cliente. No es de extrañar, por tanto, que hayan echado de menos la asignatura de cafetería durante la etapa universitaria porque, en definitiva, "los que deciden los proyectos son las personas". Eso sí, en el caso de que exista alguna duda razonable sobre qué hacer, el lema que aplican a la empresa es: Mantén lo simple, estúpido.

Cuando Jorge y César terminaron sus carreras universitarias en Zaragoza descartaron uno de los caminos más habituales para los licenciados: irse a una consultora a Madrid. Aquella elección fue la acertada, al igual que la de lanzarse al mercado exterior, aseguran. Quizá por eso, la crisis haya servido para espolear el espíritu exportador de Iternova, debido a los brutales recortes que ha aprobado el Gobierno en materia de infraestructuras, el sector en el que trabajan.

Tanto César como Jorge parecen jóvenes sencillos y con los pies en el suelo. Presumen de haber iniciado el proyecto de Iternova sin acudir a los bancos, con poco dinero y recursos familiares. Ahora, las perspectivas son buenas, pero no estos dos jóvenes quieren dejarse llevar.