El consejo de administración de Popular analizó ayer las muestras no vinculantes de interés en una fusión que le han presentado el Santander, Bankia y, según algunas fuentes aunque el banco no lo confirma, el BBVA. Caixabank y el Sabadell, en cambio, han declinado participar en el proceso porque entienden que el tamaño del problema inmobilario que padece el banco (todavía por determinar en toda su extensión) es demasiado grande para que lo puedan afrontar en estos momentos, inmersos como están en la absorción de BPI en Portugal y de TSB en el Reino Unido, respectivamente.

El grupo presidido por Emilio Saracho anunció el pasado martes a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que «diversas entidades se han manifestado interesadas en explorar una posible operación» de «combinación de negocios» (un eufemismo de ser absorbido). Explicó también que había procedido a un «primer intercambio de información con ellas» (durante unos diez días, hasta el martes, les facilitó una muestra de créditos) y que les había solicitado una «muestra de interés preliminar» para ese mismo día.

Los bancos van a acceder ahora a una información más detallada sobre la situación del Popular. Con ella, calcularán el valor económico de la actividad bancaria buena del banco y las sinergias (ahorros de costes) que pueden obtener, le restarán el impacto de asumir sus activos tóxicos (morosos y adjudicados) y medirán cuánto capital necesitan para hacer la operación (probablemente deberán ampliar capital en el mercado). Solo si los números les salen positivos, presentarán una oferta en firme. Pero el proceso está muy abierto y el banco no rechazará a otros interesados que se presenten.

SIN AYUDAS PÚBLICAS / Bankia, que está inmersa en el análisis de su fusión con la también nacionalizada BMN, ha ganado enteros para hacerse con el Popular en los últimos días ante el decreciente interés de los grandes bancos privados del país. La operación le daría presencia en zonas y negocios (pymes, particularmente) donde tiene poca presencia. Pero tiene cosas en contra: debería convencer de la operación a la Comisión Europea y, como sus competidores, tendría que captar capital, que deberá ser privado.

Así, el ministro de Economía, Luis de Guindos, reiteró ayer que el Gobierno «no tiene previsión de inyectar capital público» en el Popular ni tampoco permitirle vender sus activos inmobiliarios tóxicos al banco malo semipúblico Sareb, una opción que sí se le ofreció en el 2013 pero que el banco rechazó. El Santander es el otro contendiente que parece tener más opciones, aunque lleva tiempo diciendo que no le interesa comprar en España. La posición del BBVA es ambigua. A finales del año pasado negoció con el anterior equipo gestor una compra, y aunque ahora parece tener menos interés podría dar la sorpresa, como ya hizo cuando compró Unnim y Catalunya Caixa. La opción de una fusión no está asegurada, ya que los bancos pueden echarse.