Tras el palo, la oferta de diálogo, aunque eso sí, acotada en términos fijados previamente desde el Kremlin. Tres días después de que se materializara la incursión militar rusa de mayor envergadura desde el inicio de la guerra en el este de Ucrania, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, planteó al Gobierno de Kiev la necesidad de abrir urgentemente negociaciones de paz con los dirigentes de la revuelta prorrusa sobre el modelo de Estado, es decir, sobre la federalización del país. Mencionando por vez primera la palabra "estado" para referirse a las provincias del sudeste, feudos de la rebelión, el jefe del Kremlin instó a "iniciar discusiones substanciales... sobre cuestiones referentes a la organización política de la sociedad y a un estatus de estado para el sudeste de Ucrania con el fin de proteger los intereses legítimos de las personas que viven allí".

Desde Moscú, las autoridades rusas muestran, sin esconderse, su voluntad de fijar el marco en el que quieren que se desarrolle cualquier iniciativa o diálogo de paz para el país del este europeo.

El lenguaje empleado por el máximo mandatario de la Federación Rusa en sus últimas intervenciones también muestra la voluntad de Moscú de influir decisivamente en el contenido de cualquier conversación que se inicie para un cese de las hostilidades en las dos provincias rusófonas donde ha arraigado la rebelión. El viernes, en un mensaje dirigido a los "insurgentes de Novorrossiya" (palabra que designa a varias provincias rusófonas del este), saludó los éxitos de las milicias separatistas. El uso de la palabra Novorrossiya dio pábulo a especulaciones --luego desmentidas-- de que el Kremlin defendía la creación de un estado independiente rusófono en el este ucraniano.

TROPAS EN UCRANIA Sin reconocer abiertamente que tropas de su país estén luchando en territorio ucraniano el líder del Kremlin sí se avino a admitir que Rusia estaba interfiriendo en la política interna del vecino país porque consideraba que en el conflicto civil ucraniano estaban en juego sus intereses como país. Occidente, en opinión de Putin, es responsable de la crisis ucraniana por haber apoyado al movimiento contestatario que condujo en febrero a un "golpe de Estado" contra el presidente prorruso Víktor Yanúkovich. Rusia, además, se mostró, por boca de su embajador ante la UE, Vladímir Chizhov, "dispuesta" a trabajar con Donald Tusk y Federica Mogherinio, nuevos presidentes del Consejo Europeo y de la diplomacia de la UE. Chizhov consideró que al elegir a un polaco y a una italiana, la Unión optó por "el equilibrio en su relación con Rusia".

MANO TENDIDA La mano tendida de Moscú se produce poco después de que el conflicto, que ha causado ya 2.600 muertos, ascendiera un peldaño más en la escalada bélica durante la semana que acabó ayer. El jueves, informaciones difundidas por Kiev y la OTAN dieron cuenta de una incursión de cerca de un millar de soldados regulares rusos por territorio ucraniano, avanzando en paralelo al litoral del mar de Azov, y abriendo, de hecho, un nuevo frente bélico en un momento en que las milicias prorrusas se hallaban a la defensiva en Lugansk y Donetsk.

Kiev admitió ayer que uno de sus barcos de guerra resultó gravemente dañado por fuego de artillería originado precisamente desde la retaguardia del nuevo frente bélico que las milicias prorrusas y el Ejército ruso han abierto en el litoral. "Un barco patrullero de fronteras en el mar de Azov fue atacado desde la orilla; se empleó la artillería", informó ayer el portavoz militar ucraniano.

En este complejo panorama, en EEUU se alzan cada vez más voces en favor de armar directamente a las tropas ucranianas. El senador Robert Menéndez, presidente del comité de Relaciones Exteriores del Senado, instó a su Gobierno a armar a los ciudadanos de Ucrania para repeler la agresión.