El tsunami tecnológico que llegó como un torbellino al sector del fintech (industria financiera tecnológica), se está haciendo un hueco también en el insurtech (sector de las aseguradoras tecnológicas). Y parece que ha llegado para poner patas arriba el ecosistema tradicional del mundo de los seguros.

En el marco de Save it, el primer congreso de innovación en el ahorro celebrado esta semana en Madrid y organizado por Pensumo junto con Initland, el representante de la Asociación Española de Fintech e Insurtech, David Navarro, cifró en 300 las empresas fintech existentes en España frente a las 92 de insurtech. Además, vaticinó «un crecimiento exponencial» de estas tecnologías en el sector de los aseguros en los próximos años.

El cambio que va a provocar la tecnología va a permitir incrementar la cartera de servicios disponibles, evolucionar la forma de contratación, optimizar procesos y cambiar los hábitos de consumo y la relación que mantienen los clientes con las aseguradoras.

Sin embargo, Navarro reconoció que el sector tiene todavía algunos problemas, entre los que destaca la regulación, que «frena el desarrollo de nuevos modelos de negocio». Así, cuestiones como la aparición de nuevos canales de comunicación y el uso masivo de datos no han sido todavía acotadas por la legislación. En este sentido, el único avance al respecto es la nueva directiva europea PSD2 que entró en vigor este año. Sin embargo, Navarro explicó que la «mejor manera de que las empresas puedan acceder a los datos de los clientes es mediante unas buenas APIs (interfaz de programación de aplicaciones) proporcionadas por los bancos», que en ocasiones no son facilitadas.

Incertidumbre creativa

Pero el cambio tecnológico va a copar cada rincón de nuestro entorno, más allá del mundo de las finanzas y los seguros. Aunque es tarea complicada trazar un mapa del futuro, sí que se puede prever lo que dejará de existir. Es el argumento que recoge el libro El fin del mundo tal y como lo conocemos de la periodista de El Independiente Marta García Aller.

García explicó que la sociedad está inmersa en una «incertidumbre muy creativa», pues la «innovación constante que estamos viviendo requiere también de una adaptación constante». Entre las cosas que se acaban, la autora incluye el fin del trabajo motivado por la robotización.

«En la anterior revolución tecnológica se hablaba de la automatización de los trabajos físicos; ahora, los algoritmos harán los trabajos más rutinarios», entre los que se encuentra la gestión de datos. También nos estamos enfrentando, según enumeró, «al fin del dinero con las explosión de las criptomonedas», «al fin del tener frente al usar» y «al fin de la privacidad en un mundo en el que si no compartes lo vivido parece que no ha existido del todo».