El director general de la Fundación Masfamilia, Roberto Martínez, impartió esta semana una conferencia sobre la conciliación en el mundo de la empresa. Esta entidad promueve en España el movimiento internacional de Empresa Familiarmente Responsable (EFR).

--¿Cómo se define una empresa con esta catalogación?

--Es actual y moderna y, sobre todo, apuesta por la conciliación de la vida laboral y familiar a través de un nuevo modelo de dirección de personas.

--¿Qué compromisos se deben cumplir para ser EFR?

--Se dividen en siete grandes áreas de actuación, que luego se llevan a un proceso de gestión. Estos siete conceptos son estilo de dirección (es decir, tener buenos jefes), perspectiva de género (igualdad entre hombres y mujeres), calidad en el empleo (estabilidad y no temporalidad), flexibilidad temporal y espacial (horarios flexibles y posibilidad de trabajar en remoto), apoyo a la familia (ayudas a descendientes y ascendientes del empleado), desarrollo profesional (no marginar a las personas que concilian) e igualdad de oportunidades (conciliación adaptada a las características del individuo: soltero, con o sin hijos...).

--¿Y cómo se valida el cumplimiento de estos criterios?

--Mediante auditorías que realizan las grandes entidades de certificación como Aenor. A diferencia de otros marchamos de calidad, en éste los certificadores no solo entrevistan a la dirección de la empresa, sino también a los empleados. Cada tres años el proceso se debe renovar.

--¿Qué beneficios aporta a una compañía la marca EFR?

--Muchos. Se pueden agrupar en dos grandes apartados. Por un lado, están las mejoras de índole interna como es la reducción del absentismo y de la rotación no deseada, la mejora del clima laboral y del compromiso, o el aumento de la productividad. Hay una relación directa entre el conciliar y estos indicadores. Otro bloque es el que tiene que ver con la reputación, con el concepto de marca como buen empleador. Estas empresas son capaces de atraer más y mejor talento porque son sitios apetecibles para trabajar. Por tanto, son más atractivas que sus competidoras. La conciliación es uno de los primeros factores que atrae talento.

--Pero esto tiene un coste, ¿las empresas están dispuestas a asumirlo?

--Desde la fundación lo primero que hacemos es tratar de cambiar la mentalidad de la empresa: no es un coste sino una inversión. No negamos que haya que hacer un gasto, pero lo interesante está en cuánto tiempo retorna la inversión. No es caro. El coste de ese cambio cultural y de la certificación para una pyme es de entre 10.000 y 20.000 euros; para una empresa grande, entre 50.000 y 60.000 euros; y para una muy grande, unos 100.000 euros. Evidentemente, las mejoras que se consiguen hacen que ese dinero se recupere en un periodo de 18 a 24 meses. Las empresas EFR tienen un 40% menos de absentismo. Eso supone una recuperación clara de la inversión.

--¿Han notado la crisis?

--Sí. Hay muchas empresas que se acercan a la fundación pero dicen no disponer de presupuesto para adaptarse a este modelo. Lo que les decimos es que si alguien les va a sacar de la crisis son sus empleados, por lo que un proyecto focalizado en ellos, que aumenta la productividad y que hace a la plantilla más feliz, es idóneo para estos tiempos. Es ahora cuando hay que poner en marcha este modelo de gestión, no cuando las cosas van bien. En esto tenemos un éxito limitado, unos nos hacen caso y otros no.

--¿Cómo anda Aragón en responsabilidad familiar?

--Hay 200 empresas españolas con el certificado EFR, de las que solo dos son aragonesas: Multicaja y Pyrenalia. Necesitamos el apoyo del Gobierno de Aragón para extender este modelo en la comunidad, sobre todo para ayudar a las pymes. Estamos manteniendo contactos con la DGA y esperamos que se concrete esa ayuda. Por sectores, los más comprometidos son energía, finanzas, farmacéutico, tecnología y consultoría. Por el contrario, apenas hay EFR en industria manufacturera, medios de comunicación o comercio.